jueves, 29 de julio de 2010

Facturas cobradas


Aunque la relación de los protagonistas es de larga data, lo que se terminó de destruir ayer no es una familia ejemplar que durante toda una vida compartió valores como la lealtad, la sinceridad, la confianza ciega, el bien común por encima del interés personal. Lo del 4 de noviembre de 2008, día en que Diego Maradona fue presentado como nuevo director técnico del seleccionado, flanqueado por Julio Grondona y Carlos Bilardo, fue un amontonamiento por conveniencia, puramente coyuntural, entre gente cuya vínculo ya arrastraba un largo historial de acusaciones, desplantes, miradas de reojo.

El único manto que iba a evitar que se actualizara el pase de facturas era el triunfo. Pero el 0-4 con Alemania los dejó a la intemperie a todos, más expuestos a las miserias que a las grandezas. A falta de autocrítica, de examen de conciencia y de admisión de responsabilidades, todos acusan al de al lado en un sálvese quien pueda. Imposible salir limpio cuando todos están chapoteando en el mismo fango. Sobró ambición de poder y escaseó vocación de servicio.
El cierre de este ciclo del seleccionado es penoso, pero lamentablemente no puede considerarse sorpresivo o inesperado. Se venía venir que el éxito iba a tener más de un padre y que nadie se haría cargo del fracaso, que iba a ser estruendoso como lo está siendo por el perfil volcánico de los personajes en cuestión. Todos se iban a peinar para salir en la foto de los campeones, pero nadie cree que tiene que comparecer en el banquillo de los acusados.

Consumada una eliminación deportiva sin atenuantes, lo mínimo que se podía pedir era una cuota de decoro e hidalguía. No la hubo porque siempre, en cualquier circunstancia, en la victoria o en la derrota, faltó sencillez, modestia y sentido común. Maradona se va del seleccionado diciendo que se sintió traicionado (por Bilardo) y víctima de un mentiroso (Grondona). El presidente de la AFA, sin nombrarlo, pero en una clara alusión, acusó al ex director técnico del seleccionado de "soberbio". Cada uno tiene un supuesto motivo para sentirse perjudicado por el otro.

La generación campeona del Mundial 86, de la que también formó parte Grondona como presidente de la AFA, clamó durante largo tiempo por una oportunidad en el seleccionado que acaba de ser dilapidada por varios de sus integrantes. Todo siempre estuvo sujetado por alfileres porque pudo más el ventajismo que la transparencia y la honestidad intelectual.

Maradona, en la conferencia de prensa posterior al 0-4 con Alemania, con una diferencia de un par de minutos entre un dicho y otro, se mostró como un técnico reunciante y dispuesto a continuar. Insólito y desconcertante. Grondona, cuando todavía estaba en Sudáfrica mientras el resto de la delegación argentina ya había regresado, le había dado vía libre a Maradona: "Es el único que puede hacer lo que quiere", había dicho. Pero cuando el lunes último lo fue a ver, le quiso depurar a fondo el cuerpo técnico. ¿Se puede ir muy lejos con tantas incoherencias, de un lado y del otro, lindantes con la inestabilidad emocional? Bilardo difícilmente salga exonerado con el descargo público que hizo anoche en su programa de radio.

A la gestión de Maradona en el mando del seleccionado le cabe más de un cuestionamiento. Hubo improvisación, poco apego al trabajo, falta de planificación táctica, desconocimiento de los rivales, convocatorias de jugadores que de tan compulsivas se prestaban al manoseo de nombres. Sin embargo, se oye que uno de los motivos fundamentales para que no le hayan renovado el contrato es que no les permitió el ingreso a determinados dirigentes en la concentración de Pretoria. Otra vez, el árbol tapa el bosque. Lo anecdótico se antepone a lo sustancial. El ombliguismo por encima de la visión totalizadora. Quedó algo peor que la eliminación. Es la implosión posterior de lo que fue una familia impostada, de cuya herencia casi no hay nada positivo para rescatar.

Claudio Mauri. La Nación.

miércoles, 28 de julio de 2010

Los enviaron calatos


Si yo fuera atleta peruana dirigida por los "echapelotas" que conforman la Federación Peruana de Atletismo, hubiera desfilado calata en el Mundial Juvenil de Canadá, como manera de reclamo ante la negligencia de haberme enviado sin uniforme.

Es que esto sólo pasa en el Perú. ¿Cómo es posible que una federación envie a sus atletas a un mundial sin el equipo mínimo? ¿Acaso la Federación Peruana de Atletismo no sabe ni está al tanto qué necesitan sus atletas? En pocas palabras: sr. Enrique Cusicanqui, presidente de dicha federación, ¿necesita que alguien le toque su puerta para decirle que sus atletas prestos a ir a un mundial deben llevar uniforme rojiblanco y un equipo básico?

¿Acaso usted no sabe que la chamba de ver que todo marche bien y de forma eficaz recae en las federaciones? ¿Qué hace usted? ¿Cuál cree que es su trabajo? Pues usted dice a los medios locales que su chamba es velar por cosas más importantes que esa. Señor Cusicanqui, ¿hay algo más importante que estar al tanto de cómo vestirán sus atletas en una cita internacional? ¿De qué sirve la visa, la estadía, los pasajes, si van a competir en calzoncillos?
A ver, Sr. Cusicanqui. ¿Le hubiera tomado mucho tiempo y el de todos su empleados coordinar, además de las burocracias, qué vestirán sus deportistas? Creo que eso era lo más fácil. Con una llamada y algunas coordinaciones era suficiente. Pero no. Se le pasó. Y ahora es más fácil alegar, entre otras cosas, que alguna atleta por ser tímida no pidió su uniforme. ¿En la FPA trabajan retardados mentales? ¿Cómo van a decir eso? En fin.

La responsabilidad es suya y de nadie más. Porque aunque usted le eche el pato al entrenador de los chicos, el que debe velar por el 100 % de papeleos y logística, es usted. No está sentado donde está por gusto. Los atletas pertenecen a su federación y usted es el presidente.
Además, ¿cómo no enviarlos con la bandera nacional, por Dios? O el sr. presidente esperaba que los atletas, en calzoncillos, se robaran alguna bandera canadiense al paso, le sacaran la hoja de maple, y con esta se taparan sus partes. En fin, ¿es rojiblanca no? Nadie se va a dar cuenta.

Esperemos que el IPD haga algo al respecto y se deje de tomar tanta foto para encarar a esta y a toda federación que anden "tan ocupadas" en otras cosas que dejan su trabajo al aire.¿O estamos frente a un caso de hostigamiento por diferencias entre directiva y deportistas? No sería raro que se tackleen entre ellos. Hagamos el deporte y no la guerra.

Natalie Tachinno. Blog Sin pelos en la cancha

domingo, 25 de julio de 2010

Un mundial no basta


La llegada del nuevo entrenador de la selección nacional, Sergio Markarián, alborotó, en grado nueve, el colectivo pelotero nacional. Tanto así que, solo para su presentación, hubo casi 300 periodistas acreditados los cuales ni el gobierno en situación de crisis puede convocar - menos todavía alguna burda sesión de concejo de nuestra pobre comuna trujillana - y a la hora de las encuestas más del 60 por ciento de peruanos se mostraba de acuerdo con el arribo del ‘Mago’.

Expectativa desaforada pero entendible si, dentro de un medio tan futbolero como el nuestro, juntamos la muy buena imagen que dejó el uruguayo a su paso por nuestro país, su ya demostrada capacidad internacional como estratega y el apasionado análisis en que nosotros, comunicadores, muchas veces caemos cuando de hablar de balompié se trata.

Esto, tan desubicado como lamentable. Y es que, en esa obsesión perversa que tenemos por clasificar a un mundial estamos viendo el panorama en un plano subyacente, secundario, monopolizado a un solo y cortoplacista objetivo: Brasil 2014.

Olvidamos que alcanzar el verdadero progreso no supone planes aislados y sí exige condiciones de tipo de idoneidad dirigencial, infraestructura física, planificación en menores, campeonatos adecuados y sistema de gobierno en un plano integral y descentralizado. ¿O con Manuel Burga todavía como presidente de la FPF, federaciones regionales contaminadas, torneos desorganizados, un programa educativo donde el deporte es invisible y escasa voluntad política sí importa clasificar, eh?

Entendámoslo todos, volver a la cita máxima después de 30 años sería bueno, pero no basta para solucionar el problema más importante: la crisis del fútbol nacional. Miremos el bosque, no el árbol. Hasta la próxima.

Oswaldo Rivasplata González. Diario La Industria de Trujillo.

sábado, 24 de julio de 2010

La oportunidad de Chivas



BUENOS AIRES -- En verdad, queridos lectores, a los auténticos futboleros, a todos aquellos que amamos el fútbol más allá de todo, el mundial nos importa poco y nada. Es una briznita de hierba en nuestra huracanada pasión pelotera. Por ejemplo, para ser sinceros, no me importa nada Ghana, ni España, ni Holanda. ¿A quién les importan esas selecciones desteñidas, sin pathos, sin logos, sin criollismo, ni tragedia? Juegan al fútbol como si fueran a dar un parcial en la universidad..

Esta mañana, un amigo fanático de San Lorenzo de Almagro, me lo dijo bien clarito, sin pelos en la lengua: "me importa más saber si Ramón tendrá en cuenta a Botinelli que otra cosa. El Mundial es una farsa, no tiene nada que ver con el fútbol, es como el Showboll, un espectáculo para que la familia se siente alguna vez a ver fútbol, pero nada más. En el fondo, todos sabemos que el fútbol no tiene nada que ver con la familia..."
A un hincha de ley, le importa más que arregle Riquelme antes de que Diego continúe en la selección. Me lo dijo un hincha en las puertas de la cancha de Boca: "¡Por mí, que Diego se quede en Venezuela por 50 años, acá el único que importa es Román". Tajante en su sinceridad, el amigo boquense.
Por eso, queridos lectores, el torneo más importante del mundo no es el Mundial, sino la Copa Libertadores de América. Las palabras de los hinchas alcanzan y sobran. Prefiero cien mil veces levantar la Copa Libertadores en Brasil o en México que levantar la Copa del Mundo en un país sin tradición futbolera y con Joseph Blatter dándote una palmada en la nuca.

Un Mundial se juega cada cuatro años y siempre ganan los peores. En cambio, una Copa Libertadores tarda seis meses en jugarse y la ganan los mejores, sí o sí. Además tiene toda una mística que los mundiales no tienen. Por estos días, es el turno de Internacional y San Pablo, el primer choque por semifinales. Dos grandes equipos, cualquiera de los dos puede jugar la final de la Copa Libertadores. Mi corazón, está del lado del San Pablo, aunque es cierto que en Inter juegan muchos argentinos de gran calidad. Jugadores argentinos que le dieron prestigio al Internacional de Porto Alegre. ¿Debería inclinarme por el Inter? No lo creo necesario.

Sin embargo, el gran duelo a mi entender, es entre la Universidad de Chile y los mexicanos de las Chivas de Guadalajara. Las Chivas, no voy a descubrirlo yo, tienen un equipazo, quizás el mejor del torneo. No quiero ser resultista, pero para ser el mejor tienen que ganarle a Universidad de Chile y jugar una final importante e internacional por primera vez en su historia moderna.
Las Chivas tienen con qué, pero tendrán enfrente a un gran rival. Sin embargo, soy de la idea de que los equipos mexicanos en general son enemigos de sí mismos. Tienen que entender que pueden ganarle a cualquiera. Pero no entienden. Son carentes de una psicología ganadora que, desgraciadamente, por el momento no existe en el fútbol azteca.

Chivas es un caso especial. Un equipo de México que juega realmente muy bien. En mi humilde entender, es superior a todos, pero repito, con eso no alcanza. En estos días arranca la Liga de México con 36 argentinos adentro de la cancha y en la gran mayoría titulares indiscutidos. Hay tantos argentinos que parece una sucursal de nuestro querido fútbol.

No me tiemblan las canillas al afirmar, más allá de los habituales insultos, que los cracks argentinos en México cumplen una misión decisiva para darle excelencia al fútbol azteca. De otro no se entendería por qué razón contratan tantos jugadores de estas pampas.

¡Cómo no aprender con monstruos de nivel de Daniel Montenegro, Santiago Solari, Alfredo Moreno (para un crack absoluto); Cristian Jiménez, Ludueña! Es hora de que el fútbol mexicano de un salto cualitativo. Por eso es fundamental lo que puedan hacer en estos días las Chivas de Guadalajara. Les deseo todos los éxitos, y que puedan ver el color de los cerezos, como decía Manzanero.

Washington Cucurto. Espndeportes.com


viernes, 23 de julio de 2010

Malos educadores



Si hay alguna noticia que golpeó severamente las redacciones periodísticas deportivas esta semana en Trujillo fue, indudablemente, lo acontecido con el coordinador del Instituto Peruano del Deporte (IPD LL) en el distrito de Huanchaco. Juan Arangurí Gonzáles, 47 años, dirigía además la academia deportiva Sudamericana y tenía a su cargo más de 50 niños sin que ninguna autoridad supiera del triste pasado inmediato que había dejado durante su estancia en los Estados Unidos y le había obligado a abandonar ese país por abuso sexual en menores de edad. Lógicamente, una vez conocida su situación -a través de medios nacionales incluso- su permanencia se hacía insostenible y adecuada fue la decisión del gerente del IPD local, Fernando Were, en separarlo del cargo.

Sin embargo, el triste caso bien debería tener mayores consecuencias ya dentro de un ámbito positivo y que permita resarcir la negligencia en la que cayó el ente rector al no evaluar eficazmente el perfil de un entrenador de su plana. Esto sería revisar minuciosamente los antecedentes e historial de cada profesor que la institución registra.

Y es que casos como el de Arangurí Gonzáles ya los hubo en Trujillo y no vale la pena recordarlos. Pero sí advertir que las malas actitudes aún tienen mucha recurrencia en decenas de adiestradores técnicos que cumplen la delicada y trascendental responsabilidad de trabajar con menores de edad y poseer un accionar ejemplificante. Van desde aquellos que tienen un severo afán de campeonismo y no miden las exigencias a los alumnos hasta quienes no dudan en tomarse unas cervezas con sus dirigidos o comportarse como energúmenos en alguna pollada deportiva de fin de semana. Esos, también merecen una sanción. Hasta la próxima.

Imagen: Foto de El Comercio. Juan Arangurí y su equipo. Su caso no es el único.

Oswaldo Rivasplata. Diario La Industria de Trujillo.

martes, 20 de julio de 2010

Béisbol: crónica de una pasión



NUEVA YORK.- Cuando, en la parte baja del séptimo inning, Alex Rodríguez conectó un grand slam que desniveló el partido a favor de New York Yankees, el estallido que se produjo en el Yankee Stadium fue muy similar al de un gol de la Argentina ante Brasil en el Monumental.

El béisbol es un deporte poco conocido en la Argentina. A los ojos del espectador circunstancial, puede resultar aburrido y hasta difícil de entender. Sin embargo, en Estados Unidos atrae millones de fanáticos y, si bien perdió un poco de popularidad ante el avance de la NBA y el football americano, sigue siendo uno de los principales entretenimientos de los norteamericanos.

"Es como el fútbol para los argentinos", dice Tom Marino, un aficionado que, junto con otros miles, se dirige al estadio en la línea 4 del subte de Nueva York, rumbo al Bronx. El Día de los Caídos (Memorial Day) es un feriado importante en los Estados Unidos: se recuerda a los soldados norteamericanos fallecidos en las distintas guerras. Esa tarde, primaveral, soleada, New York Yankees enfrentó a Cleveland Indians. El flamante estadio estaba casi colmado: 44.976 espectadores disfrutaron con la victoria de su equipo (11-2), una cifra nada mala si se tiene en cuenta que la temporada regular consta de 162 partidos.
Pero ¿qué es lo que los atrae de este deporte tan particular? Sin duda que el show montado alrededor juega una función importante. Antes del comienzo, el grupo 4Troops, integrado por cuatro ex combatientes, entonó el himno norteamericano. Luego, durante el partido, entre un inning y otro se realizaron diversos tipos de sorteos y concursos con los espectadores. A nadie le importa perderse unos minutos del juego por ir a comprar comida y bebidas (un sándwich de lomo sale 8 dólares; una gaseosa, 5; una cerveza, 9). Al término del encuentro, los locales con suvenires e indumentaria del equipo que hay dentro del estadio se llenan (la camiseta original cuesta 225 dólares).

"El béisbol tiene un ritmo relajado que permite que uno pueda comer algo mientras mira el partido, socializar con la persona de al lado, conocer gente. Hay mucha camaradería; es como una gran familia", agrega Rob Rosen, periodista de 77 años que cubre los partidos de los Yankees desde 1962. "Además, es un deporte estadísticamente perfecto", algo que para los norteamericanos es muy importante.

El home run de Rodríguez fue a parar más allá del jardín central, donde se encuentra el Monument Park, un museo al aire libre donde se exhiben monumentos y plaquetas que honran a las leyendas de los Yankees (como Babe Ruth y Joe Di Maggio -quien se casó con Marilyn Monroe-) y los números retirados. Allí se funden dos componentes fundamentales de la riqueza de este deporte: tradición y modernidad.

"El béisbol es el deporte con mayor arraigo tradicional en Estados Unidos", explica Jason Zillo, director de relaciones de prensa de los Yankees. "Fue creado en este país a fines del siglo XIX y se transmite de generación en generación. No por nada lo llaman America´s Pastime." De hecho, era común ver parejas de padres con hijos, todos vistiendo alguna alusión en azul y blanco.

Sin embargo, cuando el viejo Yankee Stadium -abierto en 1923 y remodelado en 1977- quedó obsoleto, nadie objetó que se demoliera y se construyera uno nuevo, exactamente al otro lado de la calle. En éste se inauguró la temporada anterior y el estreno no pudo ser mejor: los Yankees ganaron su 27» Serie Mundial (así se denomina la final, al mejor de siete), la primera en nueve años. Tiene capacidad para 50.287 espectadores y la más alta tecnología; por ejemplo, una pantalla de alta definición (HD) de 30x18 metros. Aunque conserva algunos puntos en común con el original, como las medidas del terreno de juego y detalles arquitectónicos, está a tono con la nueva tendencia que llevó a muchos equipos de todos los deportes en Estados Unidos a construir estadios nuevos con palcos de lujo, cuyos principales compradores son las grandes compañías.

Derek Jeter, el capitán y alma de los Yankees, graficó aquella combinación (tradición-modernidad) mejor que nadie en su improvisado discurso tras el último partido en el viejo estadio: "Aunque nos mudemos, hay algunas cosas que nunca cambian: orgullo, tradición y el hecho de tener los hinchas más grandiosos. Confiamos en que ustedes se lleven los recuerdos del viejo estadio y los unan con los que construyamos en el nuevo y lo transmitan de generación en generación".

Como se ve, en muchos aspectos se parece bastante al fútbol nuestro. "El béisbol es apasionante porque es impredecible. La estrategia es muy fundamental y el partido no se termina hasta que se juega la última bola", continúa Tom. "Pero ante todo venimos al partido porque somos fanáticos de los Yankees, ésa es motivación suficiente. Los hinchas de los Yankees son los más fieles."

Las costumbres pueden ser distintas, pero la pasión es la misma. 275 millones de dólares por 10 años es el contrato que firmó el norteamericano de origen dominicano Alex Rodríguez, el mejor pago en la historia de las Grandes Ligas. En la última lista Forbes ocupa el lugar número 13 entre los deportistas mejor pagos.
47 años tiene Jamie Moyer, el más veterano de los actuales jugadores de campo. Normalmente juegan hasta los 40 años. Por otra parte, el promedio de un pitcher por temporada es de 28 partidos. 162 partidos como mínimo juega un equipo por año, ya que ésa es la cantidad de la temporada regular. En el último campeonato la cantidad de público asistente fue de 73.418.479 personas.

Alejo Miranda. Diario La Nación. Argentina.

lunes, 19 de julio de 2010

Mannucci, mucho por mejorar


En agosto del 2008 Rufino Bernales tuvo un comienzo extraordinariamente feliz al frente de Carlos Mannucci: tras haber sido presentado como su nuevo entrenador el plantel trujillano vencía 17 – 0 al Sporting Tabaco en el estadio Mansiche. Sin embargo, ese inusual marcador de nada sirvió para el objetivo de subir a la división profesional pues un par de meses después era eliminado fácilmente de la Copa Perú por el Comerciantes Unidos de Cutervo, que lo goleó 4-1.

Entonces, y a propósito del segundo debut de Bernales como DT del cuadro carlista hace dos días, muy mal haría él, directivos y la propia hinchada en suponer que por haberle metido seis goles a Deportivo Magaru confiar en el ascenso tiene claro sustento. De ninguna forma.

Si ganó con tal diferencia fue, fundamentalmente, porque hizo prevalecer la experiencia de sus jugadores ante un rival ascopano sumamente frágil. Ese peso individual le permitió superar serias limitaciones colectivas a causa del poco tiempo de entrenamiento y la imposibilidad de inscribir a elementos de mejor recorrido.

El popular club tricolor, y para nadie es un secreto, ha asumido la competencia muy tardíamente y debido conformarse con elementos no tomados en cuenta por los circunstanciales “grandes” del balompié local Carlos Tenaud y Sport Vallejo. Obviamente, eso no lo descarta como favorito a pelear uno de los cupos de esta fase departamental, pero si le obliga a tomar serias providencias - reforzarse es urgente- y sobre todo, no magnificar sus capacidades ante resultados engañosos y el caro anhelo de jugar el Descentralizado 2011.

Aprovecho estás últimas líneas para enviar un efusivo abrazo a todos los integrantes del vespertino Satélite, un diario que me cobijo varios años, por un nuevo aniversario. Hasta la próxima.

Imagen: El DT Rufino Bernales durante uno de los entrenamientos del club Carlos Mannucci, hace unos días.

Oswaldo Rivasplata. Diario La Industria de Trujillo

domingo, 18 de julio de 2010

Diego o nadie


BUENOS AIRES -- Increíble, no existe otra palabra, queridos lectores, para definir esta situación lamentable por la que atraviesa la selección Nacional. ¿A qué me refiero concretamente? Pues, a la dictadura total de Julio Grondona a la hora de designar un técnico para la selección.

Este jardín de senderos que se bifurcan nos conduce a un mismo lugar: Diego Maradona. En pocas palabras "Diego o nadie", para el puesto de director técnico de la celeste y blanca. Sea como sea, parece no existir otra alternativa que Diego Maradona. Y en este sentido se hipoteca nuestro futuro y el futuro de la selección nacional.

No quiero que se me mal interprete, no estoy en contra de Diego. Simplemente pienso que sería interesante poner sobre la mesa, otros proyectos deportivos además del de Maradona.
Más desde la AFA testaruda sostiene una única tesitura: "Diego o nadie".  No quiero ser mal pensado, pero no puede ser que los dirigentes de la AFA no tomen este tema con el debido respeto. ¿O acaso hay una mano negra que insiste e insiste con Diego?

Finalmente Diego realizó una buena campaña durante su periodo en la selección nacional. Recordemos que tomó el barco casi hundido y lo sacó a flote. Incluso el Mundial que jugó Argentina fue más que aceptable. Sin embargo, hay una espina, hay que indica que todo pudo haber sido una ficción: el partido contra Alemania desnudó flaquezas de todo tipo.

Me hubiese gustado que Argentina perdiera uno a cero contra Alemania o en una nueva ronda de penales. Entonces estaría con Diego. Quizás así, Maradona sería indiscutible para todos. Pero esa goleada, ese partido nos volvió a la realidad. La selección de Diego era pura cáscara, como se dice popularmente.
Y hay miedo y consternación respecto a este tema. Hay que estar temerosos si comienza un nuevo ciclo con Diego como DT, porque no sabemos en qué puede terminar. La inseguridad genera angustia y malas energías.

Sé que los argentinos somos propensos a la espontaneidad, a la improvisación absoluta, a la trampa y al endiosamiento desmedido. Carecemos de objetividad y profesionalismo (de otra forma no se entiende cómo podemos tropezar con la misma piedra).

Todas esta actitudes casi suicidas, autodestructivas nos quitan seriedad, fuerza de trabajo y sobre todo autocrítica a la hora de ver nuestro trabajo.

¡Paremos con el sufrimiento! Convoquemos a un técnico de verdad, basta de Dioses Diegos y publicidad barata. Saquemonos a Maradona de encima por una buena vez por todas. Es lo mejor que nos puede pasar a todos (incluído Diego). Levantémosle una estatua en el Obelisco y dejemoslo en su casa de La Paternal viendo partidos. Es la decisión mas sana y sensata que podemos tomar.

Pero Grondona no piensa, ni le interesa pensar en nuestro futuro, ni el futuro del fútbol argentino. Por eso insiste con Maradona, porque lo necesita para su circo comercial con beneficios individualistas. Es casi una campaña política. Grondona quiere acceder al trono máximo en un corto plazo y sabe que con Diego tiene el show asegurado.

Amo a Diego más que nadie. Amo a Diego mas que lo que Diego ama a la selección y con eso les digo todo. Le agradezco infinitamente todo lo que hizo por el país. Cuando habla de sus hijas y se abraza con ellas, lloro como un tonto frente al televisor. Yo sí, quiero de verdad a Diego.

Lo quiero más que a mi padre, pero bajo ningún motivo lo quiero como director técnico otra vez. ¡No y no! No tengo confianza en sus conocimientos, ni en sus planes de trabajo. Me duele que, tal vez Diego, sea usado una vez mas para planes macabros. Y más allá de que Diego sea muy cuestionado, se merece lo mejor de la vida. Y en este momento, la selección no es lo mejor para Maradona.

Washington Cucurto. Espndeportes.com


viernes, 16 de julio de 2010

Carta al pulpo


Venerado molusco:
Tú, que en esta tierra de necios y a base de humildad y la gran sabiduría que concentra tu gran cabezota , opacas a tirios y troyanos de la clarividencia. Tú, que has confinado y dejado como chancay de ‘luca’ a respetados del abracadabra, desde los internacionales Nostradamus y la espada del augurio, hasta los cholos Agatha Lys, el Huachano, el Cuy Jimmy, Rosita Chú y el localísimo Tuno que en paz descanse. Tú, que me has hecho ganar cien ‘mangos’ en las apuestas mundialistas del gimnasio Planet y has vuelto mi gracia por la comida marina a pesar de la gastritis. Sólo tú, entonces, oh sabio pulpo Paúl, podrías atender mis ansias sobre el deporte trujillano y nacional en esta hora tan llena de expectativas pero también de dirigentes pasivos y escasa voluntad política. Entonces, he aquí mi lista noble invertebrado:

¿Clasificará Mannucci al Descentralizado con un equipo tan improvisado?

¿La UCV superará la primera fase de la Sudamericana sin refuerzos?

¿Clasificaremos al Mundial con Markarián?

¿Emigrará José Carlos Fernández?

¿Se reactivarán las ligas de ajedrez, billar y otras más inertes en Trujillo?

¿Por fin la piscina olímpica funcionará permanentemente ?

¿El regidor de deportes de la MPT – por si alguien lo conoce- trabajará eficazmente?

¿El deporte seguirá siendo visto por el municipio como mero generador de hinchas y votos seguros antes que eficaz promotor de desarrollo social?

¿El presidente del gobierno regional se convertirá en una verdadera ‘autoridad deportista’ ?

¿Los discapacitados – deportistas y no deportistas- al fin serán atendidos como merecen?

¿Seguirán ingresando al Mansiche falsos periodistas deportivos sobre todo cuando juegan equipos grandes?

Gracias de antemano, supremo octópodo. Hasta la próxima.

Oswaldo Rivasplata. Diario La Industria de Trujillo.

miércoles, 14 de julio de 2010

Pensamientos sin una pelota en la cabeza


JOHANNESBURGO.- Hace exactamente doce años, el mismo día de la final entre Francia y Brasil en 1998, un diario francés publicó una encuesta en la que se revelaba que el país organizador de aquel Mundial, justamente, era el más racista de Europa. Un par de horas después, las calles de París eran una fiesta gracias al triunfo del argelino Zidane, del negro Karembeu, del inmigrante Djorkaeff, del negro Thuram y, por supuesto, del francés Deschamps. Pocos mundiales, como aquel, con una Croacia que hacía de su camiseta cuadriculada una verdadera bandera, a pocos años de sufrir una guerra civil, demostraron que si bien el fútbol no soluciona los problemas políticos y sociales, al menos, los difunde, los expone, los muestra.
Acaba de terminar el Mundial más político y social o sociológico de la historia. Se multiplican las lecturas, que van más allá del rectángulo de juego, del verde césped.
¿Qué significó la masiva recepción al seleccionado de Diego Armando Maradona en la Argentina, después de la eliminación con Alemania? Para algunos, una exaltación del fracaso, propia de la idiosincrasia nacional. Para otros, la devoción al mito, tan propio también de nuestra tierra. Y hasta un grupo se atrevió a insinuar que todo estuvo armado. Como sea, invitó a pensar, a debatir. Y no sólo si Maradona había dejado a Demichelis o no había puesto a Verón.

¿Qué significa para España ser campeón del mundo con una formación basada en el Barcelona? El mismo día en que se jugaba esta final en Johannesburgo, lugar neutral, los diarios del mundo amanecían con una noticia en sus páginas: una masiva marcha en Cataluña exigía a España que le permitiera usar el término "nación" para referirse a su región. Minutos después, todos juntos festejaban un título histórico.

¿Qué significa para Holanda llegar a la final del Mundial en un país como Sudáfrica? Aquí, un 7% de los 50 millones de habitantes son afrikáners, descendientes de los bóeres, el grupo étnico que en el siglo XVII colonizó el país. Y no sólo eso: fue la que instaló la terrorífica política del apartheid . "Apoyo a Holanda; no me importa el pasado. Antes era antes y ahora es ahora. Es un país libre", le dijo Fundi Nqoloba a la agencia AFP. Obviamente, es negra. Tiene 34 años y cuando tenía 19 años escuchaba una sirena que la obligaba a desaparecer de las calles, puntualmente, a las seis de la tarde. Hoy sopla una vuvuzela que musicaliza una fiesta.

Ninguno de los problemas políticos y sociales se van a solucionar con un par de partidos de fútbol. Pero está claro que esos 90 minutos de juego, o más, servirán -como han servido y como seguirán sirviendo- como caja de resonancia para conocerlos o para difundirlos. Sólo basta con verlos sin una pelota en la cabeza para entenderlo.

Daniel Arcucci. Diario La Nación.

lunes, 12 de julio de 2010

La belleza no ha muerto

“He conocido la felicidad” titulaba días atrás en una columna del diario europeo El Mundo, Angel Cappa. Fue luego del notable triunfo español ante Alemania en semifinales y que colocó al cuadro de Del Bosque en el partido definitorio del Mundial Sudáfrica 2010. Su singular frase respondía a la sublime emoción que le suponía ver, dentro de un certamen desprovisto de arte y un terráqueo futbolístico donde cada vez se extinguen los de juego fino, a un equipo venciendo con argumentos tan sólidos pero vistosos también, tan de fortaleza como de gracia, tan de ‘Tarzán’ Puyol como de ‘Cerebro’ Iniesta. Esa conjunción de armonía y pelota que ya solo sentíamos en el recuerdo o prendiendo el antiguo VHS.

Y por eso disfruto el campeonato conseguido por los de la Madre Patria tanto como Pelé, Beckenbauer, Zico, Cubillas y Valderrama y cualquier otro nostálgico estará haciéndolo a esta hora. Porque el elenco torero, y me resulta lo más resaltable de su campaña, revive la fe en el corazón de los resignados. Nos devuelve la esperanza de gozar la belleza en un deporte saturado por el sistema rígido y la mecanización, la pierna fuerte y el balón reventado.

El cuadro ibérico lo asumió y mantuvo hasta el final: el tic- tac, toma y corre, toca y pasa nunca se cambió incluso cuando las dudas afloraban –empezó perdiendo contra Suiza en el debut- hasta convertirse en un reivindicador del estilo que sólo algunos entrenadores rebeldes como el propio Cappa, Wenger, Menotti o Del Bosque se atreven a defender contra la incontenible marea sangrienta del resultadismo bajo cualquier precio. Y ese es el gran soporte que ha hecho de España un monarca con todos los méritos. Hasta la próxima.

Oswaldo Rivasplata. Diario La Industria de Trujillo.

sábado, 10 de julio de 2010

Fútbol que hiciste mal...


Al día siguiente de la paliza que nos pegaron los alemanes, me desperté recordando todas las expresiones usadas desde mi niñez cuando ocurría una catástrofe futbolística semejante: “Nos dieron un baile”, “nos pintaron la cara”, “nos hicieron pomada”, “nos hicieron bolsa”, “nos estrolaron”, “nos pasaron por encima”, “nos dieron flor de milonga”, “qué bailongo por Dios”, “¡cómo nos cag… esos hijos de...!” y, luego, las palabras con las que tratábamos de confortarnos y que repetíamos, una y otra vez, con quien nos encontrábamos: “Qué papelón”, “me quiero morir”, “estoy hecho pelota”, “voy a soñarlo por una semana”, etc. La herida tardaba en sanar, pero pasaba –como ocurrirá con lo de Alemania– a ser parte del acerbo negativo que todo folclore futbolero debe poseer.

Esta última derrota se acomoda ahora junto al 4-0 con Holanda, el 5-0 con Colombia en ¡¡¡¡¡Buenos Aires!!!!! y el 6-1 con Bolivia en las alturas de La Paz. Debe de haber otras palizas pero, felizmente, no las tengo registradas. Curiosamente, dos de estas puñaladas nos fueron propinadas durante la era en que ejerció, como DT de Argentina, un adolescente llamado Diego Maradona quien, según parece, tiene igual poder para encandilarnos tanto con sus éxitos como con sus fracasos. No es esta una virtud menor, y la nobleza obliga a reconocérselo.
Antes, cuando el fútbol internacional era menos frecuente y no existía la televisión, la pasión era la misma, pero nuestras emociones se limitaban al ámbito local. Eran pasiones de cabotaje, pero no por ello menos intensas. En mi caso particular, los dos duelos anuales que Newell’s Old Boys y Rosario Central sostenían en la ciudad de Rosario me trastornaban desde una semana antes de que se produjeran.

El día del choque me levantaba en un estado de extrema sensibilidad y trataba, por todos los medios, de que mi familia, que era de Newell’s Old Boys, no reparara en los temores que me asaltaban: que mi equipo, Rosario Central, fuera vencido.
Luego, ganara quien ganara, me veía en apuros. Si ganaban ellos, los leprosos de Newell’s, tenía que aceptar resignadamente la derrota y, sin hacer mayores comentarios, irme a la cama lo más pronto posible. Si ganábamos nosotros, demoraba el camino hacia la casa e ingresaba con el rostro más neutro –o que yo creía neutro– que me fuera posible exhibir. Trataba de quedarme en la cocina con Albina, que era 'canalla’, como nos llamaban a los hinchas de Central, y allí, mientras no estuvieran ni mi padre ni mi hermano, nos regodeábamos comentando la victoria y la cara que tenían los derrotados de la familia.
Los empates eran particularmente molestos pues mi padre, que era buenísimo y muy cariñoso, se ponía relativamente necio con el fútbol y difícilmente aceptaba que el empate había favorecido a Newell’s. Hacía esfuerzos por no herirme, pero el hincha solía escapársele y ello me obligaba a hacerme el idiota. La paz se alteraba ligeramente por un par de días, pero luego volvía, hasta el próximo clásico rosarino, la buena onda de siempre.

Guillermo Giacosa. Diario Peru21.

Pobres arqueros


PUERTO ELIZABETH.- Todavía faltan dos partidos para definir al campeón y al tercer puesto, pero no hubo ningún arquero que se elevara por encima del resto. Ni siquiera los mejores lograron imponerse. Arrancando por Julio César, el más destacado, que pifió un rechazo en el punto penal tras un centro de Sneijder y fue gol en contra de Felipe Melo (1-1). Brasil todavía estaba en carrera luego de hacer un primer tiempo casi perfecto, pero otra desatención en un córner, cabezazo de Sneijder y. pasó Holanda. Es que el Mundial no perdona errores. Justamente se recordará también por los actos fallidos, los bloppers, pero los que más pagaron en ese rubro fueron los arqueros. Veamos:
Sergio Romero, con muy buenas condiciones, tuvo responsabilidad en el primer gol de Alemania; Justo Villar falló por mucho en el cálculo de un córner de Pepe y De Rossi, solo, convirtió el 1 a 1 de Italia ante Paraguay; después recompuso su imagen desviándole un penal a Xabi Alonso (España), pero no sobresalió. Claudio Bravo salió apurado y fue co-partícipe del gol del español Villa a Chile (1-2). El japonés Kawashima demostró buenas condiciones, aunque se pasó de largo en el remate desde afuera y sin mucha potencia de Sneijder y Holanda ganó 1-0.

Fue emblemático el caso de Robert Green, que también se sorprendió con un remate desde afuera de Clint Dempsey y ese error no sólo significó el 1 a 1 para EE.UU. sino que no ataje más para Inglaterra. Jan Mucha, de Eslovaquia, se equivocó en un cálculo en la puerta del área, se dejó anticipar por Kuyt y gol de Sneijder para el 2-0 de Holanda. Tim Howard, de EE.UU. le regaló el primer palo a Boateng en el primer gol de Ghana. El surcoreano Jung Sung Ryong sacó las manos tras un centro de Forlán y gol de Suárez. Enyeama, de Nigeria, que fue figura contra la Argentina, fue responsable del segundo gol de Grecia en la derrota 1-2 (remate de Tziolis, rebote y anotación de Torosidis). El danés Sorensen falló en un pase, un defensor se complicó y gol de Eto'o para Camerún.
Ri Myong Guk, arquero de Corea del Norte, no fue responsable directo en ningún tanto de Portugal, pero recibió 7 goles y su selección se despidió última. Kinson, que salió muy bien en los centros para defender a Ghana, dio rebote para el gol del australiano Holman y 1 a 1. El francés Lloris cometió errores importantes ante Uruguay, pero como el partido salió empatado en cero.; Faouzi Chaouchi, de Argelia, no logró contener un envío cruzado de Koren sobre el final y fue triunfo de Eslovenia 1-0.

Casillas fue clave para España al desviarle, con el score 0 a 0, un penal a Tacuara Cardozo. El uruguayo Muslera desvió dos penales en la definición ante Ghana. Todavía tienen un partido más para sacarle diferencia al resto pero, hasta ahora, ni siquiera ellos respondieron por encima de las expectativas. Distanciados de la cuestionada Jabulani y sin mucho tiempo de adaptación, en este Mundial los arqueros no tuvieron quién los proteja.

Christian Leblebidjian, Diario La Nación.

jueves, 8 de julio de 2010

He conocido la felicidad


España y Alemania, con ideas parecidas aunque con estilos diferentes, hicieron un partido para la mejor historia de este deporte. Tuvo un juego de primer nivel, intensidad, emociones, y actuaciones individuales colosales. Por partidos como éste el fútbol es grande y tiene tanta convocatoria. Por partidos como éste se justifica todo un Mundial, y uno tiene la sensación de haber conocido, aunque sea por un rato, la felicidad.

El viejo y querido toque. La indestructible convicción de España para jugar a lo que juega le permitió doblegar sin atenuantes a un excelente equipo como Alemania, que no tuvo otro remedio que juntarse cerca de su área para soportar el toque rápido y preciso de los jugadores españoles. La pelota iba de un lado al otro constantemente y a una velocidad que no les daba tiempo siquiera a organizar la presión. Por eso retrocedía Alemania, esperaba agrupada, y atenta para un contragolpe.

Despliegue alemán. Lo notable del equipo alemán era que cuando recuperaba, después de 10, 12 y hasta 20 toques españoles, le quedaba resto para un contragolpe velocísimo y con muchos jugadores. No era que renunciara a tener la pelota o llevar la iniciativa, era que no podía, pero aprovechaba con decisión y mucho peligro el mínimo descuido de España, para contraatacar con peligro.

Sin la pelota también. Elogiamos merecidamente a España cuando tiene la pelota, pero también hay que hablar y mucho de su disposición táctica para recuperarla inmediatamente. Achica con la línea de fondo, presiona nada más perder la posesión organizadamente, es decir, van a la pelota y a los posibles receptores al mismo tiempo. De ese modo los alemanes ni podían respirar. No tenían tiempo para armarse y la perdían rápidamente.

La paciencia española muchas veces impacienta a quienes no son capaces de ver que el toque insistente si bien no es muy profundo al principio termina por encontrar espacios y profundidad porque va desgastando al rival física y mentalmente. Hasta los alemanes se mostraban impotentes por momentos.
A la historia con mayúscula. España jugárá su primera final en un Mundial. Lo hace con los mayores merecimientos, con toda justicia. Pocas veces un equipo jugó tan bien al fútbol y mereció tanto ser campeón como el equipo español. Para mí y para muchos, ya lo es, aún antes del último resultado.

Angel Cappa. Diario El Mundo. España

Markarián sí, Burga no


Con una población todavía hipnotizada por el poder de atracción del balón y el Mundial africano, la cuestionada Federación Peruana de Fútbol (FPF) ha encontrado un momento ideal para anunciar el reemplazante de José del Solar de cara a Brasil 2014. De tal forma, sin mucho 'roche’, además de subir algunos puntitos en su subterráneo nivel de aceptación, se evita exageradas exposiciones mediáticas totalmente inconvenientes para una figura, la de su presidente, tan degradada. Pero, mucho cuidado, pues ello permitiría, además, que desde la Videna se vaya construyendo las bases para un latrocinio que, a estas alturas, me resulta más cantado que el ‘waka waka’: la reelección de Manuel Burga.

El llevado bajo grado fuerza al Congreso de la República no tiene nada de inocente y en una jugada más tramposa que la pelota Jabulani ha contratado a un entrenador de primer nivel y conocedor del medio que, valgan verdades, resulta muy adecuado para las necesidades del seleccionado. Empero, su verdadera intención no queda allí.

Esa ambición viene encubierta y de la mano con el absoluto consenso que Sergio Markarián genera en el aficionado y el periodismo nacional y que, a la medida del probable buen clima que el ‘Mago’ deba generar y algunos acuerdos ‘periodísticos’ de primicias y canjes publicitarios, seguiría reduciendo el clima hostil que Burga soporta por razones ya conocidas. Así, con terreno apropiado, las manipuladas bases departamentales le darían en octubre – vaya coincidencia, el mismo mes de las elecciones municipales regionales- lo que él tanto anhela y todo el Perú teme: un periodo más al frente de la FPF. Por eso el titular de este artículo. “¡Será cojinova!”, diría mi padre. Hasta la próxima.

Oswaldo Rivasplata. Diario La Industria de Trujillo.

lunes, 5 de julio de 2010

Con la gambeta no basta



Si se atraviesa la espesa bruma comercial que satura las imágenes del Mundial, se observa la puesta en escena de comportamientos que reflejan la mente humana en sus más variadas y cotidianas dimensiones. Voy con dos ejemplos, seguro que los lectores podrán suministrar muchos más.
Uno: El peso abrumador de las expectativas, propias como ajenas. Antes del torneo se esperaba –y las marcas apostaron millones a ellos– el brillo deslumbrante de Messi, Ronaldo, Ribéry, Drogba, Kaká, Rooney, etcétera. Todos han abandonado la competencia, con pena y sin gloria.
Esas demandas de rendimientos espectaculares han terminado pesando de manera fatal sobre las piernas y mentes de las estrellas. O, para decirlo en jerga psicoanalítica, un Yo Ideal al que mantienen a raya en torneos regulares, entra en un proceso inflacionario descontrolado al resonar en la cancha mundial. Y los aplasta. Ronaldo ha sido la sombra del genial atacante que es en el Real Madrid. Messi ha sido la imagen de la desesperación por anotar un gol, cuando en tiempos “normales” le hace cuatro al Arsenal de Inglaterra.

En cambio jugadores que ni siquiera se hallan en las figuritas del álbum Panini, como Müller u Özil, nos han asombrado con la frescura y creatividad de su juego. Exentos de esa pesada mochila narcisista, se han expresado con libertad y han dado lo mejor de sí, en el mejor momento.
Dos: la triste derrota de Argentina ante Alemania. O los límites del liderazgo carismático de un hombre con problemas de personalidad tan graves como los de Maradona. La teoría de la motivación y la inspiración individual se estrelló contra la técnica y el juego colectivo de Löw y la Mannschaft. Después del partido se vio, en los corredores, una escena tan patética como elocuente. El entrenador alemán acercándose a saludar al argentino, teniendo que retirarse porque éste se abrazaba prolongadamente con su hija envuelta en la bandera argentina, y no daba cara.

Luego se negó a dar la conferencia de prensa y la FIFA lo forzó a cumplir sus obligaciones contractuales. Ahí se mostró tan incapaz de analizar lo ocurrido en el campo como el pobre Tévez, un jugador de enorme corazón y pequeño cerebro. No era culpa de Maradona, sino de quienes, como Grondona, el Burga argentino, creyeron que un entrenador serio podía ser reemplazado por un gurú divinizado, cuyo juego inigualable fue imposible de ser replicado por el abrumado Messi. Así se desperdició al conjunto más talentoso de la justa, derrotado por un grupo que, además, ha exorcizado sus demonios racistas integrando a turcos, yugoslavos, polacos y africanos nacionalizados, dándole a su juego una chispa que se complementa de maravilla con la tradicional disciplina teutona.
Como la mano providencial de Suárez, que se sacrifica para salvar a Uruguay –no confundir con las manos tramposas de Maradona y Henry– el Mundial es un escenario inigualable para ver de lo que somos o no capaces los humanos, cuando enfrentamos circunstancias extraordinarias. Como los equipos, las sociedades y las ciudades requieren dirigentes con visión de largo plazo, proyecto de futuro y sintonía fina con las necesidades y talentos de la colectividad.

Jorge Bruce. La República.

Así no se labura



“Fuimos con corazón más que con elaboración” dijo el lateral Gabriel Heinze a los reporteros, minutos posteriores a la debacle del seleccionado argentino y despedida del Mundial de Sudáfrica. Y su frase calca perfectamente el dibujo de un equipo que caminó sobre mojado y se mantenía en carrera básicamente por la gracia de sus atacantes o el coraje de sus integrantes antes que buenos criterios del comando técnico. Un grupo cuya cabeza, hoy, sobre leche derramada, recibe múltiples críticas por decenas de comunicadores que, repentinamente, ya no se atrevían por temor a la vergüenza mundial del que “la sigan chupando”, “la tengan adentro” o algún otro insulto planetario.

Pero no creo, en un análisis muy de salud futbolística, habría que lamentar tanto la eliminación gaucha teniendo en cuenta el poco nivel que Maradona le daba a un buzo de tal trascendencia. El Diez, si bien tenía un aparato logístico e informativo de primer nivel y comando sacrificado, rondaba entre la informalidad y la improvisación a la hora de trabajar, más allá de que siempre defendió ser ofensivo en la cancha como forma de sentir el fútbol.

Empero, verlo burlarse de los periodistas, gruñir a sus rivales o hacer de los entrenamientos una ‘pichanguita’ no le hacía bien a una profesión que hoy tiene a Bielsa, Low, Tabarez, Martino o Del Bosque como sus mejores exponentes y hubiera encontrado en el estilo ‘DT jugadorista’ (recojo un título de prensa bonaerense) un mal ejemplo que , con una clasificación a semifinales, se hubiera acreditado hasta extenderse como la ‘nueva fórmula’. Y así, y por algo se lamenta más la humillación del juego que el propio resultado, no se debe ‘laburar’. Por más que venga del mejor futbolista que mis ojos vieron. Hasta la próxima.

Oswaldo Rivasplata. Diario La Industria de Trujillo.

domingo, 4 de julio de 2010

La lección alemana


CIUDAD DEL CABO.- Alemania nos dio una lección de fútbol. Jugó el partido perfecto. Confirmó que funcionamiento no sólo significa defenderse con orden. Demostró que para ser ofensivo no hace falta amontonar delanteros. A partir de su compromiso con un plan, todos sus jugadores supieron atacar y defender en los momentos y lugares indicados. La Argentina perdió 0-4 contra algo más que un equipazo. Cayó contra una idea bien ejecutada, contra un proyecto que llevó años de construcción. Primero Jürgen Klinsmann y ahora Joachim Löw desmontaron el patrón del lanzamiento directo, sin elaboración y sin talento, que tan exitoso había sido para el fútbol alemán. Convencieron a los futbolistas de que se podía jugar al toque y al engaño sin perder un gramo de intensidad. Les inculcaron que la condición física sirve como complemento de un estilo pero no alcanza para definir una identidad. Ni siquiera una gran frustración como la del Mundial pasado (derrota en casa contra Italia en semis) interrumpió este proceso revolucionario.

Lo profundizó con la incorporación de jugadores jóvenes como Özil, Müller y Khedira. Repitió seis titulares respecto del duelo de Berlín 2006. Y su evolución quedó plasmada en esta paliza, la peor para el seleccionado argentino en mundiales desde el 0-4 ante Holanda modelo ´74 en Gelsenkirchen.

La falta de autocrítica en las primeras declaraciones se entiende desde el dolor y el desencanto. Pero esta derrota merece una interpretación más profunda que el mero análisis del partido. Desde luego, el juego ofrece material para entender el resultado. A los 2 minutos, tras una pelota recuperada en su propia área, Alemania armó una jugada que, gracias a un cambio de frente de Schweinsteiger, puso a Podolski mano a mano ante Otamendi. El defensor no pudo soportar este uno contra uno permanente sobre su lateral. El 10 alemán le hizo siempre la misma jugada: amague y salida por la raya. Después de la primera falta, llegó el tiro libre a la zona dolorosa. Otamendi debía marcar a Müller. No lo chequeó con ese típico contacto que se hace antes del centro. El número 13 se le escapó y la rozó para el 0-1.

Por primera vez en este torneo, la Argentina empezaba perdiendo. En lugar de su relación tan natural con el gol, el equipo necesitaba del juego. Pero este vínculo venía muy forzado desde el partido con Grecia. Y sufrió el partido. Alemania lo venció en todos los aspectos con una formidable actuación. Tan inferior se sintió la Argentina, que quiso llevar a su rival al terreno de los intangibles: voluntad, esfuerzo, garra y actitud, con Tevez y Mascherano de abanderados. Por momentos lo logró, sobre todo en el comienzo del segundo tiempo. Presionó arriba, ganó las divididas, remató de media distancia y provocó algunas atajadas, ninguna impresionante, de Neuer. Pero el alma no alcanza para ganar batallas. Al igual que ante México, no tejió ninguna jugada colectiva de ataque. Y no siempre aparece el gol al rescate. Cuando un noqueador no mete su mano salvadora y el rival sabe boxear, ya sabemos quién ganará. Tuvo alguna esperanza con esos minutos de pelea callejera, a puro corazón. Pero futbolísticamente hablando, siempre fue superada.

El juego se terminó con el 2 a 0, marcado por Klose en la misma línea del arco. Ante una floja cobertura de Demichelis, Müller habilitó desde el piso a Podolski, quien tiró el centro atrás para el gol del delantero. Recién allí entró Pastore por Otamendi. El partido le pedía cambios a Diego desde los 20 minutos del primer tiempo. Los hizo a partir de los 25 del segundo. Cuando su equipo va perdiendo, el entrenador debe intentar modificar el resultado a partir de sus decisiones. En el descanso esperábamos la entrada de Clemente como lateral derecho y el ingreso de Pastore para armar juego. Así como acertó con Agüero ante Corea y el propio Pastore ante Grecia (con el equipo en ventaja en ambos casos), ayer no tuvo ni la intuición ni los reflejos para reaccionar a la velocidad del partido. Y con el 0-2, a veinte del final, ninguna variante podía influir en el desarrollo. No estuve de acuerdo con su análisis del triunfo ante México.

Creo que el 3 a 1, con goles sin elaboración y decisiva influencia arbitral, había entregado señales de alerta. Siempre había hecho modificaciones entre partido y partido, por diferentes razones. Pero esta vez lo traicionó su espíritu de jugador y sintió que debía respetar a los titulares. Repitió el equipo, que expuso los mismos errores: déficit creativo e inconsistencia defensiva. Este rival más calificado los aprovechó. Hasta acá llega la crítica a Diego. No es hora de hablar de Riquelme, de Cambiasso o de Zanetti. Ya fue escrito antes, al igual que la evaluación al ciclo pre-Mundial. Aquí en Sudáfrica, tuve más coincidencias que discrepancias. Me gustó la idea de reunir a Tevez, Messi e Higuaín como idea innegociable. Pero la selección no cumplió con el mandato de la Copa: ir de menos a más. Produjo la mejor actuación ante Corea, su segundo partido. Dejó todo y aceptó la derrota sin escándalos. Pero no podemos hablar de buen Mundial para un equipo que se había propuesto llegar a la última semana.
Messi se va de Sudáfrica sin goles y con una gran decepción. También su rendimiento decreció con el correr de los partidos. Desde el juego con Grecia, se retrasó en el campo y perdió gravitación. Alemania lo marcó muy bien y no le cometió ni una sola falta. Su actuación en Green Point nos duele a quienes lo consideramos el futbolista más importante del equipo. Como si creyéramos más nosotros que el propio Leo respecto de su rol decisivo en la selección. Lamentablemente, y más allá de algunos matices, su Mundial terminó idéntico al de Rooney, Kaká y Cristiano Ronaldo. La repetición no es azarosa. Sudáfrica 2010 nos está mostrando el valor del equipo como concepto. Ningún talento individual te salva si no hay respaldo en el funcionamiento colectivo. La Argentina pareció encontrarlo en los dos primeros partidos. Luego se fue apagando, como la estrella de Messi.

Tras el gol de Klose, el equipo se destartaló. El 3 a 0 sirve de muestra. Schweinsteiger, de excelente partido, gambeteó a Di María, a Pastore y a Higuaín antes de habilitar a Friedrich para otro tanto dentro en el área chica. El arquero Romero no tuvo responsabilidad en los goles. Ni siquiera en el primero, mérito del pateador en el tiro libre y del cabeceador en el anticipo. Pero no sacó ninguna imposible, de esas que hacen la diferencia. La Mannschaft encontró los espacios para su fulminante contraataque, siempre ejecutado con precisión en velocidad y supremacía numérica. Apareció Özil y dejó su sello en el cuarto. Desbordó por la izquierda y se la puso en el pie derecho a Klose, para su gol número 14 en mundiales.

Otro pesado 0-4, como en 1974 ante una Holanda muy superior. Luego de aquella eliminación, asumió Menotti con un proceso fundacional e integral, que convirtió a la selección en prioridad número uno. Hoy, en un contexto bien distinto globalización mediante, de nuevo hace falta un cambio estructural. Sabemos que Grondona no renunciará. Su poder no depende de cómo le vaya al equipo en la Copa. Pero la selección necesita una revolución. Un proyecto con hombres nuevos que se animen a potenciar el talento individual con la organización, imprescindible para todo buen equipo. No hace falta que el sistema sea más importante que los futbolistas. Ni tampoco alcanza con dejar todo librado a la inspiración. Convencer a los jugadores de una idea y elegir a los mejores para ejecutarla. Hay un modelo por seguir. Nos pasó por encima en Ciudad del Cabo. Con la humildad que exige este momento, ojalá aprendamos la lección que nos acaba de dar Alemania.

Juan Pablo Varsky. Diario La Nación

jueves, 1 de julio de 2010

El sueño americano


Previos y muy necesarios dos días de tregua en “la más justa de las batallas” como canta Shakira, en una horas se reinicia el Mundial de Sudáfrica 2010. Comienzan los cuartos de final y también la recta última de un torneo que aunque para varios conocedores como Angel Cappa técnicamente es de los peores y todavía mezquino en cantidad de goles y partidos de alto nivel - aquí separo el Alemania vs. Inglaterra que fue de ida y vuelta - , para nosotros, los que siempre vemos con resignación el éxodo de nuestros nuevos cracks al otro lado del mundo, hace rato que resulta inolvidable por una razón sustancial: cuatro equipos sudamericanos se han ubicado entre los ocho mejores y siguen en carrera.

Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay defienden con sobrada actitud el linaje futbolero del Nuevo Mundo y más aún, intentarán concretar un hecho sin precedentes y que rompería todos los pronósticos generados en torno a la competencia: que la fase final se juegue sólo con selecciones de sudamérica.

Argumentos los tienen y basta con recordar que Brasil –chocará con la ágil Holanda- y Argentina – se medirá ante la inclaudicable Alemania- son consideradas las oncenas de mejor rendimiento hasta ahora, en tanto guaraníes y charrúas, que jugarán contra la lujosa España e irregular Ghana respectivamente, tampoco saben lo que es perder y afrontarán esta fase con la tranquilidad propia del que siente haber cumplido con creces y busca una hazaña.

Ya después, observar una final entre cariocas y gauchos, aunque Lothar Matthaus diga que Maradona es bruto y Johan Cruyff se sienta decepcionado del DT Dunga y el scratch, sería tan igual como que Olenka Zimmerman se case conmigo: celestial. Hasta la próxima.