miércoles, 30 de abril de 2014

ACUÑA VS. BURGA

Con una hoja de servicios congresal que reúne pocos méritos, Richard Acuña va ahora por la presidencia de la Federación Peruana de Futbol (FPF). Así lo anunció en conferencia de prensa y, esta vez, dejando de lado especulaciones tal como si pasó en reuniones similares previas. El directivo del club Universidad Vallejo intentará, por tanto, derrotar (o extirpar que es lo mismo) al inefable Manuel Burga y sacarlo de un sillón que debe oler peor que los baños del mercado La Hermelinda. Ojalá, dándole el beneficio de la duda y teniendo en cuenta su juventud, haya entendido que virar el accidentado camino que lleva la FPF hacia uno llano supone cambios radicales que van desde corrección de estatutos que impidan reelecciones hasta la renovación absoluta de cargos dirigenciales de mediana y mayor jerarquía caso presidentes de federaciones departamentales (muchos con más de 20 años ejerciendo y avalando corruptelas de todo tipo) y también irrestricto respeto a las normas que, como todos sabemos, nadie cumple en esa Casa Verde (no de colores en la carretera Panamericana) que resulta la FPF. Tal como van las cosas – el ex árbitro FIFA Alberto Tejada no podría postular luego de emitirse una norma que imposibilita concursar a aquellos que no ejercen dirigencia en clubes profesionales o ligas departamentales- Acuña aparece como la única posibilidad de cambio. Su mayor reto preelectoral será convencer a los presidentes de las federaciones departamentales quienes son los que, fundamentalmente, sostienen, con su voto, al actual mandamás. Las elecciones serán en octubre. Que no defraude. Hasta la próxima. o.rivasplata@pucp.edu.pe

jueves, 24 de abril de 2014

PREVENCION Y NO REPRESION

No pasaron ni cuatro semanas desde que fueron condenados los asesinos del hincha de Alianza Lima, Walter Oyarce, para que otra vez la violencia en el fútbol reaparezca con niveles mortuorios. Ahora le tocó el turno a Bryan Huamanmendoza, un fanático de Universitario de Deportes de 19 años de edad quien recibió un balazo en el pecho tras una de las comunes reyertas entre propios barristas por una presunta disputa de entradas para el partido entre el cuadro crema y el Sport Huancayo, el pasado sábado. El hecho ha revelado, además, que los protocolos de seguridad firmados por los clubes profesionales y la ADFP ante el Mininter son también letra muerta y que el terreno donde se movilizan estos malos hinchas es tierra de nadie. Donde lideran los más avezados, donde dirige el más corrupto, donde la droga y el alcohol antes y durante cada partido son moneda corriente mientras la policía reclama su parte y a los dirigentes sólo les importa que el aliento a sus jugadores no cese. Y, casi de inmediato, como es típico también, se han lanzado nuevas y diversas propuestas de solución para una problemática que sigue creciendo y cobrando víctimas. Sin embargo, la mayoría resultan populistas o muy facilistas, caso cerrar los estadios, entregar las entradas gratuitas sólo a colegios o prohibir la existencia de barras, y que no miran el conflicto desde adentro y en una óptica multiprofesional. Pues de nada sirve reprimir a los jóvenes cuando tienen un carácter ya consolidado y, en grandísima medida, forjado en miles de horas en barrios violentos, familias disfuncionales y consumo de licor o estupafecientes. ¿Acaso los miles de barrabravas aceptarían que les impidan el ingreso a los escenarios y hasta los directivos de equipos lo asumirían sin el menor reparo? La respuesta es obvia. Lo que cabe, además de reglamentar la ley de barras bravas que sigue en proceso, es abordarlos desde dentro en una perspectiva de largo plazo e involucrando a profesionales diversos – desde comunicadores hasta psicólogos y sociólogos- quienes, sectorizándolos según zonas o edades, permitan instalar medidas de previsión (capacitación, vigilancia de los grupos, monitoreo y sanción) y reorientación. Vale decir, más prevención antes que represión, como bien formula don Walter Oyarce. ¿O algún insensato supone que sólo con nuevas prohibiciones el dilema estará solucionado? Hasta la próxima. Oswaldo Rivasplata Vespertino Satélite

domingo, 13 de abril de 2014

CON MAS PENA QUE GLORIA

Cuando el fútbol nacional más requiere de exportar a sus figuras jóvenes para corregir y consolidar su formación, la situación empeora. Pues se ha hecho costumbre que los futbolistas peruanos que emigran, sobre todo a ligas europeas, regresen en poco tiempo tras no dar la talla. Le pasa hoy a Edison Flores, el promisorio atacante que apareció con notables condiciones en Universitario de Deportes tres temporadas atrás, luego campeón de la Copa Libertadores Sub 20 y puntal en el seleccionado de esa categoría y que fuera vendido al Villarreal de España. El cuadro crema anunció que el ‘Orejas’ vuelve para reforzarlo durante dos años. Diecinueve meses estuvo en el ‘submarino amarillo’ y no jugó ningún partido en primera división. Su caso es similar al de Hernán ‘Churrito’ Hinostroza, que prefirió retornar a Perú antes que intentar anclar en algún otro club belga (perteneció al Zulte Waregem) que lo devolvió tras no mejorar su rendimiento). Junior Ponce lo mismo: en el Hoffenheim de Alemania recaló algún tiempo antes de ser prestado a otros clubes de ese país o brasileños y volver con más pena que gloria a Alianza Lima. Reimond Manco (de Holanda y México), Luis Advíncula (de Ucrania, Alemania y Brasil), Raúl Ruidíaz (Brasil), Carlos Ascues (de Portugal), Iván Bulos y varios más integran la lista de recientes fracasos. Y quizá a Yordy Reyna, quien ya lleva su segunda temporada en Austria sin ser considerado en el equipo principal del Salzburg, lo tengamos pronto de vuelta. Mientras, los principales elementos juveniles de Colombia, Ecuador, Chile y Paraguay siguen triunfando en el viejo continente. El pobre trabajo de formación y el endeble nivel competitivo del balompié peruano son dos de las razones para entender el problema. Y argumentos sobran. Hasta la próxima. o.rivasplata@pucp.edu.pe

sábado, 5 de abril de 2014

NO ES EL DT

Desde la rabia cualquier expresión pierde consistencia. Resulta como una flecha sin las plumillas que le dan estabilidad. O como un búmeran que vuelve contra quien lo lanza. En el Perú  hay mucho de eso. Y en el fútbol, pasión de multitudes, se multiplica.

Ora, por ejemplo, es el caso de Pablo Bengoechea y su designación como DT  de la selección de mayores. Y casi todos, tirios y troyanos, le dan patadones al estómago  al uruguayo por su lógica decisión de aceptar un puesto para el que, siente, está preparado, al margen de la incongruencia del presidente de la FPF Manuel Burga quien hablaba de entrenadores A1 para luego traer otro que era asistente del anterior seleccionador principal pero que ya conoce muy de cerca la realidad local y a los jugadores.

Sin embargo, que no tiene experiencia, que nunca dirigió a nivel de clubes, que es un muchacho en formación, que no lo respetan, que es un fracaso seguro, continúan varios quienes, incluso, fracasaron con roche cuando tuvieron su oportunidad y que, hundidos en su cólera, no apuntan al verdadero problema, lo medular del asunto y que nada tiene que ver con Mosquera, Bielsa, Markarián, Capello, Guardiola, Mourinho o cualquiera por venir: Las estructuras de nuestro balompié. El desorden, la mala planificación, los torneos mamarrachos, la pobre formación en menores, el mediocre nivel doméstico, la carente educación física, la pésima formación dirigencial y de entrenadores. Eso es lo que, fundamentalmente, se debe cambiar.  Sino nadie nos salva.
Hasta la próxima.

Oswaldo Rivasplata
Vespertino Satélite