lunes, 1 de febrero de 2010

Mala fama


Tan igual a los sones de una hermosa marinera, la fama puede ser muy extasiante y adormecedora. Tanto que, dependiendo de la personalidad de quien la reciba, igual deriva en consecuencias celestiales como, todo lo contrario, en hechos muy lamentables. Lo sabe bien el actor George Clooney, que en unas horas, y como parte de una magnífica cruzada que el mismo promovió, recaudó 58 millones de dólares a favor de los damnificados del terremoto de Haití. O también, y ya refiriéndonos a deportistas, el mejor tenista del mundo Roger Federer, quien, en un solo partido, recaudó casi medio millón con el mismo fin.

Pero asimismo, y esta es la parte oscura de su mágico hipnotismo, ser famoso te puede volver temerario hasta transitar sin frenos por la cima de la muerte. Salvador Cabañas es una muestra. El delantero, mejor futbolista de América en el 2007, ídolo del más famoso club azteca y máximo exponente del seleccionado paraguayo que jugará el mundial 2010, cometió la torpeza de retar a un mafioso mexicano en el propio D.F., una de las ciudades más violentas del mundo. “Tírale (dispara), si tienes huevos”, le espetó al ‘Modelo’ (alias de su agresor) en el baño de un bar y como respuesta recibió un balazo en la cabeza que lo tiene agonizante mientras millones rezan por su recuperación.

Ojalá su fortaleza le dé la suerte que sí reciben, hasta ahora, el inglés Paul Gascoigne y argentino Ariel Ortega, cracks que, sin embargo, no pueden superar su alcoholismo. Esa chance que, en cambio, no tuvieron Felipe Pérez y Albeiro Usuriaga, jugadores colombianos asesinados en ajuste de cuentas. Todos, integrantes de una larga lista de descontrolados – que, claro, incluye a los incas ‘Kukín’, Broncano y ‘Chiquito’- inservible de detallar. Es la fama mal manejada. Fatal si no se sabe asumir. Hasta la próxima.

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