Dos años atrás, y sin
aspiraciones de profeta, advertía de la ligereza como se venía asumiendo
la organización de un torneo tan
complejo como los Juegos Bolivarianos Trujillo 2013. Pues, además de la poca experiencia y tino
que las autoridades locales y nacionales han demostrado para asumir sus roles
en certámenes de mucha menor trascendencia, no veía mínimos visos de seriedad o
trabajo planificado. Sí, en cambio, mucha parla, foto y pompa.
El tiempo, de efecto amnésico muchas veces, nos da la razón,
lamentablemente, y hoy, cuando quedan sólo 12 meses para inaugurar la
competencia integradora de deportistas
de casi 10 países y miles de turistas, muy poco o nada se ha avanzado. Ni infraestructuras acordes, ni anuncios
serios del comité organizador local, nacional o el Comité Olímpico Peruano, ni ensayos
de los sistemas de seguridad, salud, transporte, alimentación, turismo,
información, desarrollo de las competencias o los miles de procesos que deben
tenerse en cuenta.
Incluso, el año pasado se anunció para junio del 2012 el inicio de las
construcciones de los principales escenarios. Sin embargo, a pesar que esa
fecha suponía ya un evidente retraso, las obras se continúan postergando.
Para muestra otro botón: Hace
poco le consulté a un funcionario edil cuando terminarían de construir el discutido paso a desnivel del óvalo Mansiche.
Me respondió, muy sonriente y orondo que, posiblemente, a fines del próximo año.
¿Y, entonces, como piensan
organizar los Juegos Bolivarianos si la principal entrada a Trujillo estaría
bloqueada?, le repliqué. Se quedó callado y triste, mientras algunos miramos al
cielo por tanta improvisación y desorden.
Hasta la próxima.
o.rivasplata@pucp.edu.pe