viernes, 5 de abril de 2013

DESAGRAVIO


Las pasiones superan las razones. Tan clarito como relámpago en noche cerrada. Y en deportes tan vibrantes y multitudinarios como el fútbol, esos ejemplos tienen mayor continuidad. Allí, en las gradas de cualquier estadio, se hacen inmensas, agitadas; se aglutinan hasta desatarse y volverse incontenibles como la sombra avanza cuando el sol declina. Sin importar nostalgias o grandes tiempos idos, idolatrías, edades o cualquier condición.

Lo he visto varias veces. Y, lamentablemente, otra vez hace unos días, en el estadio Mansiche. Jugaban el popular Mannucci y el novel Sport Vallejo. En la primera parte Juan Caballero, entrenador del equipo vallejiano, fue expulsado por el árbitro Moisés Enriquez – de actuación lamentable esa tarde- quien ordenó fuera retirado del campo y ubicado en las graderías. Hasta allí todo normal, con silbidos comunes y gritos previsibles.

Sin embargo, luego que el DT recibirá la sanción, los cientos de hinchas carlistas instalados en la tribuna preferencial, arremetieron contra él de la manera más vil. Insultándolo sin parar y arrojándole algún objeto que quien fuera goleador y salvador del conjunto trujillano – en 1991, tres tantos suyos contra Sport Pacífico de Tumbes mantuvieron a Mannucci en primera - no merece.  Probablemente, muchos, entre quienes lo agraviaron, fueron los mismos que vivieron tantas alegrías con sus actuaciones.
Sólo para recordar, Caballero, según el gran Elder Lázaro, es el mejor futbolista trujillano de toda la historia. Jugó en la primera división española, selecciones nacionales y fue anotador en diversos cuadros locales y extranjeros. Y, principalmente, siempre ha demostrado ser un profesional correcto. Un ejemplo para la sociedad deportiva local.

Que nunca más ocurra. Aunque se diga que las pasiones, sobre todo en el fútbol, superan las razones.
Hasta la próxima.

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