Como la Hidra de Lerna, letal e inacabable, Lionel Messi se afana en tirarnos a la cara sus cualidades para ser considerado en el lote de los dioses que el deporte más famoso ha tenido. Semana a semana, el delantero del Barcelona renueva sus méritos por otros mucho más importantes y rompe récords casi igual como deja sembrados a sus rivales en camino al gol. Ahora se ha convertido en el primer jugador que anota cinco tantos en un partido de la moderna Liga de Campeones (7-1 al Bayer Leverkusen, antes ya hizo cuatro y tres en otros cotejos) y ni los comentaristas, compañeros de profesión o entrenadores saben ya que elogios etiquetarle. Quizá las palabras de Carlos Bianchi, dentro de ese océano de alabanzas, resulten las más apropiadas: el glorioso ‘Virrey’ ha dicho que “para cualquier analista se ha vuelto imposible definir la calidad de Messi”. Muy comprensible.
Y las posibilidades se tornan casi fantásticas si recordamos que ‘Lio’ sólo tiene 24 años y un largo camino por recorrer aún. Vale decir, ¿qué tanto más puede acumular en la década que le restaría de carrera? De seguro sumar unos cuantos Balones de Oro a los tres que ya posee. O, de repente, ganar una Copa del Mundo de selecciones mayores, lo único que le falta para estar a la altura de Pelé y Maradona. Un cronista inglés del diario “The Guardián”, en tanto, lanzó una frase muy apropiada y cercana a las actitudes sociales del menudo delantero, tan tranquilo como desafecto a la pompa y la vida mundana pero despiadado sobre el césped: “un alma tierna que dispensa daño”. Eso sí que es preciso. Hasta la próxima.
o.rivasplata @pucp.edu.pe
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