domingo, 1 de julio de 2012

Volvé pronto, Pep

Lo bueno de los grandes equipos es que, a la vez que se acercan al mejor fútbol, destruyen tópicos que de tanto repetirlos se convierten en verdades inmutables para la mayoría que no tiene ganas o no puede pensar. Por ejemplo, que el fútbol actual necesita del doble 5 (doble pivote se llama en España) para la recuperación de la pelota. Entonces es cuando el Barcelona juega solo con tres volantes, ya ni siquiera con cuatro, y recuerda que la recuperación es una tarea colectiva. Hace rato ya que algunos tácticos avanzados, decretaron la desaparición de los wines y es cuando el Barcelona recuerda que jugar con wines es tan moderno como hace 50 años, y que tal vez sea la mejor manera de abrir la cancha para encontrar profundidad.

El toque fue declarado de inutilidad práctica y, en todo caso, capricho de románticos perdedores para dar lugar a lo que llamaron apresuradamente "fútbol directo" y que no era más que un pelotazo largo generalmente sin destino preciso, adoptado sin cuestionamiento alguno por entrenadores "estudiosos". El Barcelona nos hizo ver que se toca para distraer y sorprender, para no tener que apelar al músculo sino a la inteligencia. Y que también sirve para defender: si la tenemos nosotros, como se juega con una pelota no la pueden tener ellos. Y para desanimar a rivales entusiasmados y bien preparados físicamente que, de tanto correr sin poder agarrarla, se cansan mentalmente y abandonan la tarea o siguen por inercia.

A los que confunden la velocidad con correr mas rápido, el Barcelona les reveló que, jugando a uno o a dos toques, la pelota circula mas rápido que cualquiera, y que para jugar a uno o a dos toques es necesario que el que la lleva tenga varias opciones de pase. O sea, el que la tiene no corre, corren los que no la tienen. Y que para ofrecerle una opción al compañero que la lleva hay que mirar y ver, y conocer el juego, cosas mucho más importantes que levantar pesas.

Y que el fútbol nos permite soñar y que eso de ninguna manera está reñido con ganar. "Estos jugadores hicieron realidad las jugadas que tantas veces soñé", dijo Guardiola, el conductor de este fabuloso Barcelona, en su despedida. También Guardiola hizo que el Barcelona iniciara la recuperación de la pelota en la misma pérdida. Así, a los rivales que se pasaban cinco minutos corriendo detrás de la pelota, cuando la tenían no les duraba ni tres segundos. Y otra vez a correr.
En fin, fueron cuatro años maravillosos. Cada partido una promesa de felicidad. Cada partido del Barcelona de Guardiola nos hacía vivir la realidad de los sueños, lo que para nosotros es al menos tan importante como ganar todos los títulos que ganó y que, por supuesto, también sirven, especialmente para aquellos a los que sólo los calman los nùmeros (en eso se parecen a los economistas neoliberales que nunca tienen en cuenta a las personas).

Y como todo pasa, Guardiola, agotado por el esfuerzo de tanto tiempo exigiéndose y exigiendo lo mejor, se va a descansar un tiempo. Y como todo queda, el aporte tan rico en fútbol, tan espléndido en esfuerzo, tan genial en inteligencia, tan sublime en estética, se queda con nosotros para siempre. Hace mucho que no hablo con él, pero si algún día lo encuentro solo le diré gracias. Que es lo mejor que le podemos decir. Muchas gracias, Pep. Y volvè pronto.
 
Angel Cappa

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