“Para cojudos
los dirigentes deportivos” decía, enfático, un conocido director periodístico
trujillano años atrás, mientras caminaba por la sala de redacción. Y no lo
entendí muy bien hasta que tuve que, decenas de veces, ‘poner de la mía’ para
salvar tal o cual situación con tal o cual grupo de muchachos deportistas. Sin
embargo, esas complicaciones de ninguna forma reducen las intenciones de miles
de “cojuditos” con corazón de estadio dispuestos a dar hasta su último centavo
por el club de sus amores o la liga que dirigen así deban arriesgar el pan de sus hijos. Resultan, con absoluto mérito, el verdadero motor
del desarrollo deportivo desde abajo en un sistema todavía sin entender a
cabalidad la importancia de la actividad física como oponente al consumo de drogas, alcohol, pandillaje y otros flagelos
sociales.
Son esos que
luchan por otros, aquellos quienes nunca son abrazados cuando el equipo gana
pero si reciben duras críticas cuando pierde. Los que mendigan campos para
jugar los partidos del torneo, suplican apoyos por doquier, hacen de masajistas
y cargadores y, vaya ironías, todavía deben lidiar con tipos que sólo ocupan un
cargo mayor en los estamentos nacionales - caso el Instituto Peruano del Deporte - sólo por ser chupamedias o tener su carnet político bien lustradito y,
se supone, están allí para ayudarles. Estos si que molestan y son la cara
opuesta de la noble dirigencia. No cojudos pero sí aprovechados. Son aquellos
no sienten la labor dirigencial. Quienes le echan la culpa al gobierno central
para justificar medidas insólitas como doblar los alquileres de escenarios
deportivos a ligas moribundas y no buscan mecanismos de gestión para defender
el fin único de su entidad: masificar la práctica deportiva. Los que ‘corrigen’ sus errores mediante
borracheras o comilonas con su periodista preferido o mantienen la burocracia
en una entidad que hace rato colapsa.
Felizmente, y
contra esos infiltrados, siempre habrá dirigentes ‘cojuditos’. En Trujillo y el mundo entero. Los que sí valen
y se rompen por millones de atletas. Miles
sin nombre pero que merecen aplausos interminables.
Hasta la
próxima.
o.rivasplata@pucp.edu.pe
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