Era junio del 2000 cuando una
chiquilla de 21 que me tenía más templado que cuerda de guitarra me dio el sí.
Chape incluido, claro está. Y salones cerrados en la universidad, también. Y me
puse más contento que perro con su hueso pero, lejos de ser prudente – craso
error-, lo grite a los cuatro vientos. Obvio.
Sin embargo, tres días después, la
cachetona se puso sabrosa y, sin anestesia, me shoteó peor que las patadas de
Cuto Guadalupe gritando ¡salimoooos! en la defensa del Garcilaso. Y de la
alegría pase a la desazón, rapidito nomás. Y me encerré una semana en el cuarto
a pan y agua.
El pasaje aquel me viene al recuerdo
a propósito de nuestra selección de fútbol tras derrotar a Ecuador en las
Clasificatorias al Mundial 2014. Y es que, en estas horas de jolgorio extremo,
bien vale, como ese pisco que te sosega cuando hay frio o los consejos que no
oí luego de los besos con aquella moza, ser cautos. Entender que si bien hemos
superado un gran escollo, aún queda mucho camino hacia el objetivo principal: alcanzar
el quinto puesto (sigo pensado que Argentina, Colombia, Ecuador y Chile están
fijos).
En ese contexto las palabras del DT Markarián
y algunos como Guerrero y Pizarro son atinadísimas: no hemos ganado nada, hoy
estamos eliminados y restan partidos muy difíciles. Así que serenos morenos y
sigamos haciendo fuerza por sumar aunque sea un punto esta tarde: 3.30 p.m. en
el duro calor barranquillero – contra un rival que es favorito- y quedar
afinaditos para jugarnos la vida ante Uruguay y Venezuela, en la siguiente
fecha doble, de setiembre. Y saludos a la cachetona.
Hasta la próxima.
o.rivasplata@pucp.edu.pe
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