Como un cuento de Frank Baum o una ficción de Spielberg, si las viejas estructuras del Coliseo Gran Chimú se transformaran y dejaran de ser inertes hasta el parloteo, probablemente saltarían de gozo y gritarían su felicidad. ¿O quién no lo estaría de verse muy renovado, con ‘chacha’ moderno, bonito sombrero, ‘tabas’ a la moda y la salud restablecida?
Hacía ya 47 años que el glorioso escenario, inaugurado por el Instituto Peruano del Deporte en 1964, no era reacondicionado totalmente y puesto al nivel de los mejores de Sudamérica. Pero ese día de grandes innovaciones, con decenas de obreros laboriosos y varios ingenieros portando cascos blancos, debía llegar.
Y, entonces, el coloso de la av. Vera Enríquez cambió su pesado techo de eternit por otro más ligero y seguro, canjeó su cancha sintética por piso de PVC de uso múltiple marca Gerfor, renovó los servicios higiénicos, camerinos, pasillos, cabinas de prensa y hasta le instalaron salas de antidoping, luminarias de última generación y más de 5 mil coloridas butacas en todas las graderías que le dan un aspecto impresionante y dinámico, adecuado para la organización de un mundial juvenil, como ocurrirá desde este 22 de julio.
Antes, sólo tuvo mejoras momentáneas o reparaciones muy específicas para suplir su precaria situación. El 15 de este mes será entregado a la ciudad, ya con su entorno pintado y jardines reverdecidos. Será la tercera vez que sea sede de un torneo de voley continental. Ahora sólo nos queda, a todos los trujillanos, estar a su altura para cuando la competencia comience.
Hasta la próxima.
o.rivasplata@pucp.edu.pe
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