“¿Derrotado?, ni en las pichangas”, me decía un sabio entrenador local cuando nos preparábamos para el partido de fin de semana en la liga de Trujillo. Una frase casi de Biblia para cualquier deportista que haga del ejercicio su forma de vida. Pero, lamentablemente, nunca se puede sólo ganar. Es imposible.
Incluso, algunas veces es adecuado perder pues permite descubrir tus errores y no caer en la soberbia del que se siente invencible. Y, es más conveniente aún, si ese traspié llega cuando la competencia recién empieza y tienes un amplio trecho todavía por recorrer. Es el caso de la selección nacional que ante Chile tuvo un resultado, valgan verdades, previsible, dentro de una estadística entre incas y araucanos muy desfavorable para el Perú. Lo malo es que, casi siempre y casi todos, los periodistas preferimos caer en la exageración y el triunfalismo cuando ganamos un partido – ante Paraguay, en la primera fecha- y olvidarnos que el próximo rival también tiene buenos argumentos.
Entonces, la masa – tan fácilmente influenciable por el cuarto poder - se enfervoriza, construye ilusiones que, en la medida que son más grandes, se derrumban con mayor fuerza cuando la dura realidad asoma. Y en ese momento, los verdaderos culpables, los que sólo pensamos en el titular vendedor y el buen rating, sólo miramos al cielo y silbamos bajito. Es la libertad mal entendida. “A recuperar el morro solar”, “Los cuatro fantásticos”, “Chile tiembla” Cero equilibrio, nula coherencia.
Se viene el partido contra Ecuador, en Quito, el 15 de noviembre. Y para obtener un buen resultado – que se puede- no basta con decirlo o escribirlo con frases sensacionalistas. A ver si, de una vez por todas, lo entendemos todos. Hasta la próxima.
o.rivasplata@pucp.edu.pe
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