Notable por donde se le mire el cuarto puesto logrado - con dos liberteñas en el plantel: Violeta Delgado e Hillary Palma- en el campeonato mundial disputado en Tailandia. Y no necesariamente por haber llegado a la fase final o haberse ubicado entre los mejores equipos de categoría menores del mundo. Pues, finalmente, y más allá de medallas, lo más importante en estas etapas es formar atletas de calidad que nutran al seleccionado mayor. Y este elenco los tiene, sin duda.
Sin embargo, toca ahora seguir el proceso ascendente, complementar una secuencia que hasta el momento va bien y no permitir que esta buena generación, ni las venideras, se pierdan. Y esa es tarea de la Federación Peruana de Vóley y del propio gobierno. Recordemos, ya el año 93 fuimos finalistas en el mundial sub 18 y no supimos, luego, aprovechar ese grupo.
En ese contexto urge apuntalar las estructuras de desarrollo del vóley peruano sobre todo a nivel de técnicos de base. Capacitarlos masivamente, optimizar sus condiciones logísticas, darle más recursos a los clubes y las ligas inferiores, establecer un perfil de DT que exija profesionalizarlo y así evitar las intromisiones de malos formadores como tanto ocurre en el fútbol. Y esas mejoras deberían, también, alcanzar a Natalia Málaga quien es una entrenadora con grandes aptitudes pero que sigue cayendo en el error de confundir el insulto con la motivación, de arengar con frases exageradas a deportistas que no superan los 16 o 18 hasta llenarlas de nervios y miedos en momentos claves.
Hasta la próxima.
o.rivasplata@pucp.edu.pe
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