Tras la oficialización de los números de disciplinas
deportivas (17) que Trujillo asumirá para los Juegos Bolivarianos los
sentimientos colisionan. Por un lado, pesadumbre por haber perdido la sede
principal pues Lima, finalmente, organizará casi el doble de actividades y
cuatro veces más que Chiclayo, la otra subsede. Sin embargo, por otro lado
resulta adecuado que, dada las evidentes inconveniencias (aún no se terminan
las obras y el clima de inseguridad y
desorden permanece) se haya reducido la carga laboral para la comisión organizadora
local. Pues una cosa es vestir a 25 y otra hacerlo con 17 al margen de que el
compromiso siga siendo complicado. En esa línea, y cuando sólo restan cuatro días para la inauguración del torneo, urge tomar medidas específicas y urgentes
que, adicionales a los centenares de reglas que deben haberse establecido,
permitan sacar adelante el certamen:
1.
Postergar la reapertura del paso a desnivel del
óvalo Mansiche hasta que la competencia culmine. Reabrirlo derivará en saturar
el tráfico de toda la zona - se triplicará el número de vehículos que ingresarán a la ciudad - y complicará el traslado de los vehículos de las
delegaciones durante el tiempo que dure la fiesta atlética.
2.
Una alternativa, en caso nuestro terco alcalde
provincial insista con la inauguración del bendito baipás sería crear un
circuito de uso exclusivo para los vehículos que utilizarán los participantes
(deportistas, integrantes del comité organizador, etc) y que unan los escenarios de competición,
hoteles de cada delegación y sedes vinculadas.
3.
Aumentar el contingente de dirigentes y
administradores deportivos que la comisión organizadora nacional y las federaciones deberán enviar
desde Lima y el extranjero para liderar los procesos de todo el evento. Su
experiencia resulta importante para superar problemas que seguro se van a presentar.
4.
Vestir ya, totalmente, y de manera armónica, la
ciudad con lemas alusivos hasta generar un clima social bolivariano que no se
siente como se debiera. No quedarse en frases pidiendo apoyo ciudadano cuando
más del 50 por ciento de civiles ni siquiera saben que somos sede.
5.
Ni por asomo – y lo digo pues la
irresponsabilidad es un bien preciado en el régimen edil y regional-, permitir
el uso de los escenarios deportivos si antes no reciben el visto bueno de
Defensa Civil.
6.
Coordinar un acuerdo entre los medios de
comunicación locales y regionales para que las infaltables noticias sangrientas
de cada jornada sean, sino evitadas, sí reguladas durante las dos semanas de
los Juegos.
Hasta la próxima.
o.rivasplata@pucp.edu.pe
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