Cuando el balompié es tocado por el puro negocio
y descuida sus orígenes, pierde sentido, escribe Angel Cappa en el libro ¿Y el
fútbol dónde está? Olvida su esencia de
juego, dignidad y hermandad para ser violado por la mezquindad moral del
mercantilismo, de ganar a como dé lugar, de los dirigentes que primero quieren
rentabilidad y no honestidad.
Y esa miasma pelotera alcanza para todo y
cada vez peor. Para recibir coimas y
decidir sedes de mundial, programar partidos a las 11 de la noche o 10 de la
mañana en climas impíos, construir
estadios faraónicos que se burlan de los
millones de oprimidos en Brasil o hasta pagar 100 millones de euros por Gareth
Bale, el galés que concentró una pugna
titánica entre ostentosos clubes europeos
de la que único y exclusivo beneficiado fue él. Pues, ni por asomo, sus
capacidades están para tanto dinero. Pero, dada la coyuntura (el Real Madrid
había perdido la lucha contra Barcelona por inscribir a Neymar y debía – vaya
brutalidad- resarcir su honra manchada y la de sus hinchas contratando a otro
famoso), terminó siendo el nuevo jugador más caro de la historia.
Y, tras sesiones físicas y partidos de tibio rendimiento, el ex Tottenham jugó de titular en el clásico
español en medio de una expectativa
desbordante. “Hoy verán al mejor Bale” había dicho, antes del choque del último
sábado, el DT blanco, Carlo Ancelotti. Sin embargo, el delantero tuvo que ser sacado
en la segunda parte por un rendimiento muy pobre. Quizá Ancelotti debió aclarar
si se refería a su peinado y pinta cuando lanzó la advertencia. Y los
directivos de su equipo leer más a Cappa o Menotti.
Hasta la próxima.
Oswaldo Rivasplata
Publicado en el diario La Industria de Trujillo
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