martes, 24 de diciembre de 2013

CARVALLO, EL HOMBRE QUE VOLABA

Bryce Echenique, alude, en su relato Pasalacqua y la libertad (Cuentos de Fútbol, edic.  Alfaguara, 1998) a un exportero limeño  de capacidades casi celestiales.

Increíble, libre, volador, lo sindica, en una recreación entrañable de cuando el ganador del  Premio Planeta era un pipiolo que, agarrado de su amigo Carlos Iturrino, acudió por primera vez al estadio Nacional.  Y, quizá el escritor lo habrá recordado, nítidamente, el miércoles por la tarde cuando veía por televisión y esta vez cogido, probablemente, de su inseparable vaso de vodka, a otro que de Pasalacqua mostró muchas cosas en el gramado del coloso huancaíno: José Carvallo.

Porque el ‘1’ voló de palo a palo cual ave en picada, una y otra vez e hizo añicos los constantes esfuerzos de los delanteros de Real Garcilaso durante los 120 minutos oficiales, tapó dos penales en la definición y fue, en resumen, el mejor del partido y fundamental para el vigésimosexto título nacional obtenido por el cuadro crema.  Como aquel guardapiolas con la sudadera del Ciclista Lima, un domingo de hace sesenta abriles.
Adicionalmente, y no es poca cosa, hay un factor que revalora el logro merengue: la juventud de su plantel. En la final de hace dos días, lejos de nutrirse de jugadores experimentados cual es  lo típico en una realidad decadente como la nuestra, el DT Comizzo siguió apostando por elementos jóvenes e hizo alinear a ocho menores de 23 años caso Chávez, Gonzáles, Romero, Guarderas, Gómez  y demás. Y se  coronó a más de 3200 metros.  “Se hizo inmenso, hasta las alturas, como aquel hombre que volaba” remataría, Bryce. Y salud, campeón.

Hasta la próxima.

Oswaldo Rivasplata G.
Vespertino Satélite

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