Superada la frustración de no
acceder al Mundial de Turquía queda analizar fríamente el papel de la Sub 20 en
el torneo disputado en Argentina. Sin
pasionismos o histerias que pretendan ensuciar
la merecida clasificación chilena (ganó todos sus partidos de la primera
ronda y derrotó dos veces al campeón, Colombia) más allá de la digna actuación del
elenco dirigido por Daniel Ahmed.
Este, tuvo el mérito de potenciar
un grupo por el que pocos esperaban sorpresas y fruto del endeble proceso de
trabajo en divisiones menores que la Federación Peruana de Fútbol (FPF),
saturada de dirigentes corruptos (¿alguno puede asegurar que desconocían el caso “Max Barrios’’?) y
entrenadores sin perfil adecuado, realiza. Y eso, emerger de un sistema podrido
e improvisado (basta saber que hoy ni las selecciones de las categorías sub 13,
sub 15 y sub 18 tienen entrenador oficial) hace más importante el principal aporte
del plantel: la aparición de equipistas
con evidente capacidad caso Guarderas, Benavente, Tapia, Campos, Araujo, Deza, Reyna,
Gómez e Hinostroza y la confirmación de otros como Flores. O, finalmente,
¿acaso no es el principal objetivo de cualquier división menor formar jugadores
para la selección mayor o principal antes que ir a un mundial?
Y si hay dudas de eso recordemos
a nuestros mundialistas sub 17 del 2005 y del 2007, todos alabados hasta el
cansancio (con producción de series televisivas, incluso) pero ninguno
consolidado salvo, aunque muchos lo duden, Irven Avila.
Toca ahora, y ya es rol de los
clubes profesionales, que obtengan o mantengan la trascendencia necesaria en
sus respectivos equipos y continúen evolucionando.
Por tanto, separemos la paja del
trigo y démosle valor a lo que realmente importa.
Hasta la próxima.
o.rivasplata@pucp.edu.pe
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