domingo, 1 de septiembre de 2013

EL GRAN TORBELLINO


Contaba mi padre, sobre todo cuando andaba medio  ‘roneado’, que en su entrañable Pacasmayo habitó un futbolista con capacidades tan extraordinarias que el mismo Lolo envidiaría. Zigzagueante como una liebre, veloz como un tigre y devastador como un huracán. Gerardo Bazalar se llamaba. Y le decían Torbellino. Tan rápido era que, según las historias del ‘vagopoeta’ Víctor Gómez en su cuadernillo de estampas pacasmayinas,  y esto no es broma, el tipo efectuaba los tiros de esquina de forma bombeada y corría hacia el área para cabecear el mismo balón.

Al crack del Espartanos varios clubes limeños se lo quisieron llevar pero don Gerardo continuamente rechazaba ofertas hasta que una vez decidió probar suerte. Sin embargo, al poco tiempo la nostalgia de su puerto querido le ganó y se regresó de la capital caminando.  Así de singular era aquel personaje, papá, además, de quien fuera efectivo delantero mannuccista en los ochentas, Enrique Bazalar.

Falleció en 1977 y los moradores del barrio Barranco en su homenaje fundaron, dos años después, el CDC Torbellino. El mismo que hace tres días hizo todo lo que pudo en su difícil partido contra el  Mannucci por la fase departamental de Copa Perú. Aunque, la suerte, esta vez, le fue demasiado esquiva.

Quizá, aquel domingo, el ídolo pacasmayino habrá estado removiéndose en su lecho celestial mientras veía sufrir a esos hinchas porteños que con tanto cariño lo recuerdan y, resignado, habrá dicho: así es el fútbol, pues. 

Oswaldo Rivasplata G.

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