Shakira canta, en su famoso Waka
waka, que el balompié es la más legal de las batallas y otro, parafraseando a
Marx, decía que era el nuevo opio de los
pueblos. Pues es capaz de fundir naciones enteras en interminables abrazos de
honesta felicidad o incluso desatar conflictos muy crueles caso la guerra entre
Salvador y Honduras en 1970.
Aquí no estamos ajenos. Y cada
vez que la selección tiene un partido tan importante como el de esta noche
todos nos da por contraer ese virus que nos arrastra, sin resistencia, a verlo
todo muy espectacular y esférico. Desde el poto de la huesuda Chimoltrufia en
las series del Chavo hasta las estiradas inconclusas del ‘Cejas’, el presunto
arquero de mi equipo los días martes en Los Cedros, pasando por el lenguaje
económico del Puma Carranza en un canal deportivo de cable.
Y
comemos, bebemos, opinamos, dormimos, reímos, lloramos y vivimos fútbol
igual que las propagandas de Coca Cola y los relatos de Fulgencio Arguelles (Cuentos
futboleros, Alfaguara, 1998). Lo malo es que en un país de pocas alegrías y
medios de comunicación muy oficialistas o mentirosos, esas expectativas
desmesuradas luego, chocan muy duro con
la dura realidad de las derrotas o resultados inconvenientes. Varias veces nos
ocurre ya desde el mundial de España 82 sin que se aprenda de la lección. Ojalá esta vez
no se repita y ante los charrúas – con arbitraje del argentino Patricio Lostau –
el cuadro nacional dispute su mejor encuentro de la era Markarián, gane y siga
pujando por una posibilidad de ir al repechaje que no admite, en esta última
etapa de las Clasificatorias, pestañeos.
Sino, rabiosos y como Borges,
quien odiaba el balompié, diremos que es
un deporte de bestias.
Hasta la próxima.
o.rivasplata@pucp.edu.pe
No hay comentarios:
Publicar un comentario