sábado, 11 de diciembre de 2010

La lección a Mourinho



Mucho tiempo pasará para que el recuerdo de los cinco goles y el baile que le metió el Barcelona al Real Madrid en el reciente clásico español, se disipe, o que la clara memoria ceda ante imágenes tan vistosas. Dos semanas después, desde cuchitriles hasta consulados, todavía lo comentan como si el quinto de Jeffrén aún se gritara en las gradas del Camp Nou.

Y, desde restaurantes de cinco tenedores hasta impecables fruterías de un gimnasio en la calle Bolognesi, también. Así, lo charlaba días atrás con mi amigo Daniel y empanada en ristre, mientras se empeñaba en demostrarme que sus preparados son mejores que los de la tía Violeta: “¡carajo si fue un baile compadre!, ¡y ese Messi es un hijo de p..!, ¿dime si mis jugos no son mejores que los de ‘Viole’ eh?, ¡claro, pues hermano!”

“Pero, sabes, yo voy por otro lado”, le respondí. “Esa humillación del Real (Madrid) sirve para reivindicar la sencillez sobre la soberbia, la humildad sobre la pedantería, la actitud Guardiola ante la muestra Mourinho”. “Si pues, tienes razón”, asintió mi ‘pata’, en tanto seguía con atención el vaso rasante de papaya y fresa sostenido en mi mano derecha.

El portugués nunca había perdido por tamaña diferencia y nunca, además, disminuyó su altanería. Esa marca registrada que se la escupió a los catalanes en abril último cuando, dirigiendo al Inter, eliminó al Barza de la Euroliga. “Pero el fútbol da revanchas y en esta se la cobraron”, sentenció Daniel.

Pronto, la FIFA designará al mejor DT del año entre el propio luso, Pep Guardiola y Vicente Del Bosque. El primero, hoy, queda claro, no me gusta. Ni, sólo hoy, los combinados de mi ‘chochera’, el eficiente 'juiceman' del gimnasio Planet. Hasta la próxima.

Oswaldo Rivasplata G.
Diario La Industria de Trujillo

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