La ilusión que trae el nacimiento de Jesús se contrapone – encuestas y estudios diversos de por medio- con el aumento de suicidios en muchas realidades, quizás porque la Navidad, siendo un momento para pasarlo en familia y acentuar los sentimientos de solidaridad, contrasta con la realidad de millones de carentes. Y, leyendo a Beatriz Boza: “es una oportunidad para pensar en quienes nos rodean y, sobre todo, en quienes menos tienen, son marginados o están desprotegidos”.
Es ocasión para poner en balance nuestra propia humanidad, de reflexionar respecto de lo que hacemos, como lo hacemos y para que lo hacemos. Y en ese marco, muchas de las autoridades de la realidad local, tienen bastante por meditar. Trujillo, pese a ser considerada la tercera ciudad del país, sufre en institucionalidad deportiva desde mucho tiempo.
Ligas acéfalas, cientos de deportistas abandonados y varias estructuras en ruinas como consecuencia de altos funcionarios políticos – salvo aisladas diferencias- que, sin compromiso real, sólo sienten el deporte como medio de promoción política y no como eficaz método para generar desarrollo social, además de la todavía incipiente relación entre IPD y empresariado privado, conjugan un panorama gris, sólo atenuado por algunos atletas, pocos entrenadores y uno que otros dirigentes que, casi en solitario, siguen peleando y formando grandes valores.
Y de poco sirve la anunciada remodelación del “Gran Chimú” –por el Mundial Juvenil 2011- u otros escenarios si no viene acompañado de dirigencia más honesta e involucrada, un viraje de la visión del deporte ya como medio de evolución social en una metrópoli cada vez más violenta y hasta un periodismo más profundo y menos simplista. Por eso, en estas fiestas de fin de año, reflexionamos todos. Todos. Hasta la próxima.
Oswaldo Rivasplata. Diario La Industria de Trujillo.
o.rivasplata@pucp.edu.pe
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