domingo, 26 de diciembre de 2010

Raúl, el ángel de Genselkirchen


Después de 15 temporadas, 740 partidos y más de 230 goles en Real Madrid, partió para Alemania. Se fue con discreción, sin grandes agasajos. Tal vez no los permitió porque esas condecoraciones lo arrimaban al retiro. Quería jugar con más frecuencia y tener aspiraciones semejantes a las que tenía en el Madrid: eligió a Schalke 04, para jugar Liga y Champions.
El equipo arrancó mal la temporada, especialmente en la Liga. A la 13ª fecha llegó en puestos de descenso y enfrentaba a Werder Bremen en un partido fundamental. Era el despegue o la crisis. Desafío ideal para Raúl. En los momentos de angustia, suele responder, incluso, por encima de sus posibilidades. Metió tres goles, Schalke ganó 4 a 0 y comenzó a carretear. El sábado, volvió a anotar tres (lleva 9 en 18 partidos), y el martes, armó una estupenda jugada para el 1 a 0 ante Ausburg.

Es zurdo, apenas si puede usar la otra pierna. No es rápido ni alto ni muy fuerte. Cabecea aceptablemente. No tiene buen remate de media distancia. Tampoco gran habilidad. ¡Qué injusto puede ser analizar a un futbolista por partes! Raúl, responde a esa radiografía aparentemente pobre en aptitudes. El secreto está en su inteligencia y en una mentalidad competitiva indestructible, que lo convierten en un futbolista de época.
El fútbol es un deporte complejo que Raúl entiende como pocos. Ha conseguido sacar ventajas de sus desventajas atléticas. Sale de la jugada cuando es conveniente, para regresar en el momento adecuado. En el área, anda con las luces apagadas; es su habitación, conoce cada rincón y cada secreto. Se mueve y se desmarca hasta ser invisible para los defensas rivales y llegar puntualmente a la definición. Entiende el juego en todas sus fases; descubre desde el comienzo de la maniobra cuál es su desarrollo lógico, y va tomando los atajos que le permiten llegar antes que todos. Él sabe muy bien que en el fútbol no es necesario ser el más rápido para llegar antes.

Jorge Valdano, el entrenador que lo hizo debutar con 17 años, sospecha "que su libro de cabecera es el Guinness de los Récords y que aspira, con el tiempo, a que le dediquen un capítulo entero". Es que Raúl juega para la historia, compite con la leyenda. Y lo hace con las armas de siempre: goles (muchísimos), sobriedad y competencia. A su juego nunca le sobra nada, ni un regate ni un pase; a su discurso nunca le sobran palabras.

En tiempos líquidos, la trayectoria suele ser un valor poco respetable, secundario. No lo es, y Raúl lo certifica. Además de trayectoria, prestigio y prudencia distinguen su recorrido. No perdió la calma ni siquiera cuando Luis Aragonés lo excluyó definitivamente de la selección.

Su juego es sencillo y eficaz. Frío cuando calcula y destructivo cuando ejecuta. Pensante, siempre. Vale la pena ver un contraataque de Schalke y seguirlo a él: va interpretando la jugada, unos metros por detrás de la acción, esperando el momento para intervenir. Como un viejo periodista con oficio, no aspira a la primicia, sino a una buena historia. Hay futbolistas buenos, pero superficiales. Y los hay buenos y esenciales. Raúl es de éstos.

Fernando Pacini. Fox Sports.

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