martes, 7 de diciembre de 2010

¿Y así queremos Bolivarianos?

En las últimas semanas, gracias a la concreción de un proyecto radial que abrazo junto a dos amigos de osadías y altruismo como son Alberto Torres y Alberto Pinillos, he podido conversar con decenas de actores principales de la escena deportiva trujillana. Ya sean representantes de las federaciones de ajedrez, de vóley, de billar, de básquet, de atletismo o cultores de disciplinas poco promovidas como kartismo o bochas, las charlas han sido tan ricas en nuevos conocimientos como generadoras de orgullo por confirmar que en nuestra ciudad siguen formándose deportistas de calidad. Sin embargo, también han tenido decepciones terribles en cuanto a una situación común: el abandono logístico que soporta cada liga.

Sin adecuado instrumental de trabajo, asistencia médica acorde o aporte financiero mínimo y mucho material obsoleto, las entidades deportivas locales subsisten, en casi la totalidad de los casos, sólo por el estoico esfuerzo de quienes lo practican con fervor y disciplina y el tesón de padres de familia. Una situación que se condice con la intensa promoción sobre presuntas mejoras y progreso deportivo que las autoridades del Instituto Peruano del Deporte realizan. Se ha llegado al punto que, como en el caso de la liga de atletismo, sus integrantes ni siquiera tienen local propio y deben desarrollar sesiones en la mera calle.

En otros ejemplos patéticos, la liga de ajedrez ha sufrido corte de fluido eléctrico y agua potable durante siete meses. Y, por si fuera poco, varias, como la liga de billar o de natación, permanecen acéfalas, inactivas o en intensos conflictos por cesión del poder. Esto, sin contar lo que acontece en los distritos, donde, salvo el fútbol, las demás disciplinas tienen muy poca práctica oficial. Y todo dentro de una sociedad local donde cada vez flagelos como las drogas, el alcoholismo y el pandillaje ganan terreno en el sector infantil y adolescente mientras uno de sus más eficaces escudos, el deporte, no es bien utilizado.

Y la pregunta cae de madura para las autoridades locales y regionales: ¿así merecemos ser sede de unos Juegos Bolivarianos? No frieguen, pues. Hasta la próxima.

Oswaldo Rivasplata. Vespertino Satélite.

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