Roberto Fontanarrosa, el extraordinario escritor y humorista gráfico argentino, hablaba sobre un arquero de manos mágicas, que crecían a medida que la pelota tomaba distancia de los guantes en cada volada de palo a palo, hasta atenazarla o, en el peor de los casos, desviarla. Anteanoche, cuando el reloj marcaba los 42’ de la segunda mitad, otro argentino nos hizo sonreír. Y es portero. Y no tendrá las manos gigantes pero sí el coraje de un gran guardameta y, además, vuela seguido.
Daniel Ferreyra, sin coronar una notable actuación ante un rival que lo exigió poco pero lo mantuvo muy atento, fue el mejor valor de la UCV y ratificó ser el más eficiente del plantel de Rivera en lo que va del año. No por nada lleva jugados todos los partidos del torneo. Su atajada, cuando el partido expiraba y más de la mitad del estadio Mansiche quería gritar el gol crema, salvó una olvidable actuación poeta ante un grande tan en crisis que hasta para uniformarse – con polos rojos y ridículos números pintados con plumón negro ante la falta de uniforme alterno- fue decepcionante.
El ‘Canguro’ miró fijamente al ‘Gavilán’ Fano, se estiró a su derecha y rechazó la pelota además de un triunfo merengue que hubiera hecho mediana justicia. Destacable también Juan Morales, juvenil volante que estuvo correcto en la contención y distribución de balones. Tan igual que Andy Polo, atrevido delantero quien fue lo más resaltante del incierto cuadro de ‘Chemo’ del Solar. Dos más: Muente, sobrio y seguro al margen del penal que le cometió a Ruidíaz, y Galván, como el vino. Pero, eso sí, ninguno como Ferreyra, de manos mágicas, de Fontanarrosa.
Oswaldo Rivasplata. Vespertino Satélite.
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