martes, 8 de junio de 2010

La ansiedad mata (que empiece el mundial!)


BUENOS AIRES -- El cambio mental de Maradona, merced al acopio de confianza, parece consolidarse. Por lo tanto, aquella idea tan meneada de los cuatro marcadores centrales ha cedido. Y también es casi un hecho que Messi, en lugar de esperar a Godot en el lateral derecho, oficiará de enlace, y que Tevez será titular. De modo que Argentina contará con tres delanteros. Diversos y temibles todos ellos.
Buenas noticias, muy buenas. Hablan de aplomo, de que el tembleque de la eliminatoria ha quedado definitivamente atrás. Pero no alcanzan como dieta noticiosa exclusiva en la "previa" del Mundial.
Ay, "previa" es la palabra clave. La palabra desgraciada que ha convertido los partidos en el apéndice de un magazine infinito. Y si bien hablar de fútbol puede resultar muy interesante, afrontar los mismos temas cada día, en lugar de estimular el interés, lo pinchan definitivamente.
Soy uno de los tantos que espera el Mundial con una ansiedad que ya fastidia. Y también soy uno de los tantos que, al encontrarse con los miles de noteros y columnistas y camarógrafos que reportan los entrenamientos desde Pretoria y otras localidades igualmente novedosas, llega a la conclusión de que se nos va la mano con el entusiasmo por este torneo.

Que no se justifica que le asignemos semejante protagonismo en la agenda. Que no vale la pena congelar la vida social, laboral y familiar durante un mes. Y todo por la bendita "previa", hecha de especulaciones insulsas, conferencias de prensa a cargo de los jugadores menos carismáticos y unas pocas notas de color autorizadas por el exotismo de la sede (es África, muchachos).

Las pocas noticias fueron malas (las lesiones de varias estrellas, es decir menor jerarquía para el Mundial) y el gran tema que a esta altura acapara las tertulias periodísticas son las candidaturas. Un rebusque que jamás entraña originalidad, dado que, votos más, votos menos, y aunque España ahora pisa fuerte, los candidatos son siempre los mismos.

Para colmo, la toldería argentina parece un campus universitario en el que todos se quieren e intercambian palabras de aliento. ¿Qué quedó del Diego quilombero capaz de calentar un cementerio? El gran conventillo que nos mantuvo entretenidos hasta aquí, repentinamente -y cuando más lo necesitábamos-, ha caducado.

Es posible que, a horas de la ceremonia inaugural, nada nos conforme, salvo la pelotita trazando rectas y parábolas invisibles en el verde césped africano. Estamos como en esos viajes de avión en los que se cruza el Atlántico: la última hora del regreso, esa en la que se avistan los charcos marrones del litoral, es la más larga de todas.
Incluso los partidos que juegan los otros seleccionados dan la imagen de un simulacro. Partenaires desganados como Polonia o Tanzania hacen su modesta parte ante potencias como España y Brasil, y es muy difícil creerles. Háganme caso. Si quieren conservar la ilusión, tírense de cabeza en el Mundial recién en la mañana del viernes. Hasta entonces, abstinencia estricta de fútbol, de paneles de expertos, de enviados especiales y de columnas como ésta.

Alejandro Caravario. espn.com

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