viernes, 1 de abril de 2011

El gran Mauro Mina


“Donde quiera que estés ha de llegarte la ofrenda de mi voz y agradecerte el luminoso trazo que nos dejas y el soleado mañana que entregaste”. Premonitoria, Chabuca Granda redactó estos versos en su canción homenaje a Mauro Mina Baylón el, hasta hoy, mejor boxeador peruano de la historia.

La bautizó “Mauro, Puños de Oro”, aludiendo a las manos orfebres en victorias y sueños del ‘Expreso de Chincha’. Sin duda alguna, Mauro encendió la tea que hoy avivan briosos los Zambrano, los Zegarra, los Rossel y tantos más que aspiran a seguir su camino. Lo cierto es que mucho antes de que Kina reine o que Maicelo confiese sus ansias de título, el Perú ya tenía registrado un monarca del boxeo mundial. Que nunca llevara corona fue solo una circunstancia.

Los hechos escuecen por injustos: en 1965, nuestro crédito ocupaba el primer lugar en el escalafón mundial Semipesado, en la única organización boxística que existía. Mauro debía vencer en Nueva York a Allen Thomas, número dos del ránking para acceder a pelear con el campeón Willie Pastrano.
El destino quiso que días antes de esa pelea la comisión médica que le realizó los chequeos de ley detectara que Mina había sido operado de la retina del ojo izquierdo. Se trataba de una lesión antigua causada por el cubano Lino Rendón tres años atrás en Lima y escondida hasta esa fecha por sus manejadores.
ESPERANZAS ESFUMADAS
Ese, entonces fatal, descubrimiento esfumó las esperanzas de subir el último escalón de gloria que le faltaba. El paso del tiempo ofrece a veces mejores perspectivas. Esos doctores, en realidad, le salvaron la vista.

Es difícil cuantificar hoy hasta dónde llegaba la calidad del ‘Bombardero’ chinchano. Sin embargo, existen algunas luces referenciales al respecto. La más brillante resplandece en el nombre de Bob Foster, rival al que derrotó claramente y que, con el transcurso del tiempo, se revelaría como uno de los mejores campeones mundiales semicompletos que se viera sobre un entarimado.

Otros nombres de importantes púgiles de la época muestran el excelso nivel de varios de sus rivales: Henry Hank, Goyo Peralta, Von Clay, Eddie Cotton y Allen Thomas. Todos representaban la élite de los semipesados y todos tuvieron en suerte lo que a Mauro se le negó: fajarse por el cinturón mundial.
NOTABLE RÉCORD
El record de Mina es elocuente: 52 victorias, tres empates y únicamente tres derrotas hablan claramente de su talento. En resumidas cuentas: un púgil notable y sin parangón serio en nuestro firmamento boxístico.
El legado de Mauro Mina trasciende su trabajo en los cuadriláteros. Jamás hizo un comentario desafortunado, nunca dijo una frase explosiva o asumió una pose de divo. La templanza de su morena figura contrastaba con el púgil que subía al ring. “Hermano honrado…”, le cantaba Chabuca. Y tenía razón. Mauro lo fue, en toda la extensión de la palabra. Gracias, campeón.

Ricardo Montoya, El Comercio

No hay comentarios:

Publicar un comentario