Años atrás, en ese afán casi perverso que tengo por hurgar en lo antiguo, pasaba parte de mi tiempo ojeando los archivos periodísticos de La Industria y Satélite. Segundo Cruzado – jefe de esa área casi tres décadas- , tan noble como tan jodido, cada día me entregaba los enormes libreros que adjuntaban las viejas ediciones de papel amarillado y roído pero valor impensado para cualquier historiador ferviente.
Obviamente, me pasaba horas revisando sólo información deportiva. Y entre muchos datos encontraba algunos de profundo significado por tratarse de una disciplina que sentía casi olvidada: el básquet. Así, leí que alguna vez la selección rusa se presentó ante un combinado local, también que el mágico Globetrotters provocó jolgorios colectivos en la masa regional y, vaya sorpresa, descubrí imágenes de tribunas abarrotadas y exultantes ante un emotivo Pema – Crickets o el clásico Country – Club Libertad.
Hoy eso ya no se ve. La desidia abrió camino a panoramas sombríos de graderías vacías, clubes desaparecidos, escenarios atractivos pero inadecuados como los coliseos Inca y Gran Chimú y demás factores –hasta periodísticos también- que convergen en una liga, local y nacional, en crisis.
Esta realidad no es ajena a los directivos de la Liga Mixta de Básquet de Trujillo, me explicó su estoico vicepresidente, Javier Quezada, pero se mantendrá en tanto no haya medidas efectivas. Y una de varias sería promover en los colegios, institutos y universidades, la formación de representativos que participen en las categorías inferiores.
Por tanto, habría más equipos, la asistencia mejoraría y los fondos económicos también, además que el torneo podría descentralizarse a otras sedes como ahora se hace en la Universidad Privada Antenor Orrego. Otra más: firmar convenios de apoyo mutuo con empresas, aprovechando el boom comercial trujillano. Hasta la próxima.
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