martes, 12 de octubre de 2010

El fútbol y el Nobel


Bristol.- Son muchas aquellas cosas que nos hacen iguales. Muchas más que las que nos figuran diferentes. El ser latinoamericano es un sentimiento particular de pertenencia. Llevamos la plena convicción de unirnos cuando estamos separados de aquello que es más nuestro. Alzamos una voz en tierras donde nuestra lengua no se entiende, y nuestro ser no se comprende. Cuando estamos cerca, disputamos. Buscamos objetivos muy similares, hasta los mismos. Nos unimos por muchas causas, festejamos muchos triunfos. Los sentimos propios. Lo de Mario Vargas Llosa lo siento como un triunfo del ser latinoamericano. Un triunfo de nuestra lengua.

Un buen amigo me dijo alguna vez que no se puede hacer todo bien en la vida, si se cree que si, es que algo se hizo mal. "Sólo un idiota puede ser totalmente feliz" dice Vargas Llosa. No se puede pasar por la vida complaciendo a todos, ni complacido siempre. Vargas Llosa no ha vivido así, dejando sonrisas para caerle bien a medio mundo. Hablo de ideologías, esas que suelen decir lo mismo para marcar divisiones absurdas. Tendrá sus detractores, como los tenemos todos. De eso no me queda duda. Un escritor que seguirá escribiendo porque eso le da vida, alguna vez y muchas veces, ha escrito de fútbol.

En 1982 Mario Vargas Llosa escribió para el diario ABC de España durante la Copa del Mundo. Habló de la vida, de la cultura, unió todo alrededor del fútbol que define "como un fenómeno contemporáneo elevado a la categoría de religión laica, la más practicada de todas". La alegría que da el fútbol, esas alegrías "que la gente apenas tiene. El fútbol ofrece una ocasión para divertirse". Admitió desde su primer aporte que el futbol le da placer. Criticó a los críticos que no aprecian el juego. "Hay muchos que no lo entienden y además lo deploran. Les parece lamentable porque dicen que el fútbol enajena y empobrece intelectualmente". Qué manera de enriquecer el intelecto futbolero.

Ensalzó a los periodistas talentosos que "mitifican el desempeño de un jugador". Invita al joven entusiasta de la literatura a comprobar cómo "la buena literatura transforma la experiencia real en mito. ¡Lean crónicas de fútbol!". Vargas Llosa, hincha del Universitario de Lima, sufrió en su tarea mundialista siguiendo a su selección una que dijo "había salido resuelta a demostrar que no era capaz de acertar un pase, de de ganarle la carrera a un adversario y sí, en cambio, muy capaz de encajar una retahíla de goles". El mejor partido de ese Mundial fue el Italia-Brasil en Sarriá "no tuvo un instante de abulia, anarquía o mediocridad" dijo. Como tampoco ha tenido la lectura de más de una docena de artículos escritos en ocasión de España'82 por Mario Vargas Llosa.

Este premio Nobel es para un intelectual de época, un escritor latinoamericano. Un defensor de la lengua que nos une, como tantas cosas más que nos hacen muy parecidos, casi lo mismo. Vargas Llosa es un apasionado, le regaló al futbol su letra para disfrutarla ahora que festejamos su premio.

Fernando Palomo. Espndeportes.com


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