Osvaldo Ardiles volvió no muy convencido a Tottenham Hotspur en 1983. Había sido la gran figura del equipo hasta antes de la guerra y todos lo amaban en el club inglés. Pero Malvinas todavía estaba cerca. En la cancha del Southampton era abucheado cada vez que tocaba la pelota. Apenas lo tuvo cerca, el arquero John "Budgie" Burridge le dijo algo acerca de las Falkland. Una década después, Ardiles llegó al Newcastle como DT. El arquero era Burridge. "Ardiles lo ignoró cuando Burridge le tendió la mano y simplemente le dijo al club que lo echara."
Lo contó el lunes pasado un artículo publicado por el diario inglés The Independent, al reseñar el flamante libro autobiográfico de Burridge (Budgie: The Autobiography of John Burridge). Único futbolista que jugó hasta los 43 años en la Premier League, Burridge cuenta en su libro que pensó en suicidarse tras su retiro. Pasó cinco meses internado.
"En el primer piso, estaban los depresivos; en el segundo, los alcohólicos, y en el tercero, los adolescentes adictos a las drogas. En una terapia grupal, una mujer contó que estaba allí porque había perdido a su esposo y tres hijos en un accidente. Y yo dije que también había querido suicidarme porque tenía 47 años y ya no podía seguir jugando en la Premier League."
"Es una completa fabricación, una linda historia para poner en el libro, pero no es cierta", me dice Ardiles. "No recuerdo que se burlara y si hubiera pasado, lo habría ignorado. Cuando llegué a Newcastle, él estaba al final de su carrera. Lo evalué en entrenamientos y en un partido decidí que no era el arquero apropiado y Newcastle le dio el pase libre. Nunca rechacé una mano extendida. No está en mi carácter."
Ardiles también escribió hace un año Ossie's Dream: My Autobiography. "Ossie's Dream" es el título de una célebre canción en su honor. Ardiles es uno de los máximos ídolos en la historia del Tottenham. Los mejores capítulos del libro son los de la crisis que vivió con la Guerra de Malvinas, que estalló cuando él cuenta que estaba en su mejor momento, incluido en la lista para ser votado el mejor futbolista en Inglaterra. "Mi mundo entero colapsó", dice Ardiles. Tras una pobrísima temporada a préstamo en el Paris Saint-Germain, Ardiles, ya pasada la locura bélica, aceptó volver a Tottenham.
Pero Malvinas marcó un quiebre. No sirvió el trabajo del psicólogo John Syers, que le había contratado el club. Su primo, el primer teniente José Leónidas Ardiles, había muerto el 1° de mayo de 1982 en las Malvinas. Su avión Dagger C-433, según registros oficiales de la Fuerza Aérea Argentina, fue derribado por el Sea Harrier inglés pilotado por Bertie Penfold. José tenía 27 años. Fue ascendido a capitán. Su padre, tío de Osvaldo Ardiles, pasó largo tiempo buscando precisiones. Creyó que José podía estar vivo. Hasta que un piloto británico, autorizado por su Ministerio de Defensa, le notificó que eso era imposible. Le contó que él mismo hizo explotar el Dagger en el Atlántico Sur.
Ricardo Villa era compañero de Ardiles en el Tottenham. Fueron los dos primeros extranjeros que arribaron cuando el fútbol inglés decidió reabrir sus fronteras a jugadores foráneos. "Ricky", no obstante la guerra, sí estaba listo para jugar, por segundo año seguido, la final de la FA Cup. Tampoco lo hizo. No era conveniente que, si Tottenham ganaba, la princesa Ana entregara la medalla a un argentino en Wembley. Ardiles no jugó porque, como estaba previsto antes de Malvinas, debía incorporarse a la selección argentina para el Mundial de España.
Recuerdo haber escrito en el avión, en una vieja máquina Olivetti Lettera, sobre la extraña sensación de viajar a cubrir un Mundial con el país en guerra. El artículo jamás fue publicado. La selección campeona del 78, más Diego Maradona, Ramón Díaz y Jorge Valdano, partió creyendo que retendría el título. Y que la Argentina iba ganando la guerra. Lo decían José Gómez Fuentes por ATC, las tapas de Gente , Nicolás Kasanzew, desde las islas, y los partes militares que, bajo censura previa, reproducían fielmente los diarios.
"¡Si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla!", había gritado desde los balcones de la Casa Rosada el dictador Leopoldo Galtieri, aclamado por la multitud. La AFA llamó al torneo Metropolitano 82 Soberanía Argentina en las Islas Malvinas. En los estadios se quemaban banderas inglesas. "¡El que no salta es un inglés!" Los relatos del Mundial no mencionaban a Inglaterra por su nombre. "Avanza el equipo de camiseta blanca."
En su pozo de combate, hambriento y muerto de frío, el soldado Edgardo Esteban, que un año antes había ido al concierto de Queen en Vélez y vio a Diego Maradona compartiendo escenario con Freddy Mercury, quiso escuchar el debut de la Argentina en España 82. "Debutan los campeones. Hoy es un día histórico", dijo el "Gordo" Muñoz por Rivadavia. "Nosotros nos estábamos matando en las Malvinas, y él decía que era un día histórico para la Nación", pensó el colimba Rodolfo Carrizo. Una onda expansiva hizo volar metro y medio a Esteban.
Marcelo Rosasco escuchó el gol de Bélgica en pleno combate cuerpo a cuerpo, en Monte Longdon. El 14, Esteban y otros soldados, hartos de sus oficiales, comieron gallinas robadas y jugaron un picado, con los cascos de postes, una escena reflejada en el film Iluminados por el fuego. Para el partido siguiente, triunfo 4-1 ante Hungría, los soldados argentinos ya eran prisioneros en el buque británico Canberra. Se excitaron tanto cuando por el altavoz se informó el resultado del partido, y se lo anotó en una pizarra, que los británicos apuntaron con sus armas creyendo que era una sublevación.
Las Malvinas eran otra vez las Falkland. La guerra mató a 746 soldados argentinos y 255 británicos, sin contar los cientos de suicidios posteriores. La dictadura, esta vez sin triunfo mundialista, cayó al año siguiente. Margaret Thatcher ganó cuatro años más. Esteban siempre recuerda que, a su vuelta a Morón, sólo lo esperaron su madre y un perro que ladraba.
Si el fútbol, como dicen algunos sociólogos, es una metáfora de la guerra, en 1982 la Argentina y el Reino Unido hicieron ambas cosas simultáneamente. El sábado se cumplirán 29 años de un nuevo 2 de abril. No hubo enfrentamiento futbolístico en España porque ambas selecciones cayeron en segunda rueda. La historia de los enfrentamientos es registrada en un nuevo libro en Londres. Animals! Argentina versus England fue distinguido entre los mejores libros deportivos del año. Su autor, el periodista Neil Clack, amante de Buenos Aires y que hizo hasta el curso de DT en la AFA, repasa el detalle de cada partido y entrevista a sus protagonistas.
En la Argentina, uno de los que más estudiaron el vínculo deportivo anglo-argentino fue el antropólogo Eduardo Archetti. Pionero de los estudios académicos sobre el fútbol argentino, Archetti admiraba al fútbol inglés, algo normal en Oslo, donde él vivía. En 2005, ya muy enfermo, Archetti fue gustoso a dar una charla a la embajada argentina en Londres. En la primera fila, lo escuchaba Tony Adams. Ex capitán histórico del Arsenal y de la selección inglesa, Adams fue porque estaba estudiando Ciencias del Deporte en la Universidad de Brunel.
Autor de su propio libro autobiográfico (Addicted, habla de su alcoholismo) y creador de Sporting Chance (una clínica para curar adicciones), Adams, actual DT de un equipo en Azerbaiján, quedó fascinado con la charla. Archetti murió doce días después, contándoles orgulloso a sus amigos que un ex capitán de la selección inglesa había asistido a su presentación. Archetti, nacido en Santiago del Estero, y Adams, en un distrito operario de Londres, comprendieron acaso que el deporte ni refleja ni reproduce la relación compleja entre ambos países. Que, tal vez, sólo la complementa.
Ezequiel Fernández. Canchallena.com