España, Grecia, tercera división de Italia, Kuwait y Perú. Esa, sumando una pretendida estadía en la MLS de EEUU, frustrada por no pasar la prueba en el Portland Timbers de Oregón, es la ruta de franco declive – salvo otras opiniones- que ha seguido Roberto Merino durante su trayectoria futbolística.
Y es que, en el fútbol de primer nivel, las exigencias pasan ya no sólo por hacer una huacha, una rabona o ser espectacular. El romanticismo quedó en la época de ‘Pitín’ Zegarra, cuando el balompié todavía se resistía a perder su esencia y los afanes dinerarios y resultadismo a como dé lugar no eran tan marcados.
Hoy, esas jugadas de circo, tan comunes en el repertorio del ‘Maradonita de los Andes’ de nada sirven si no vienen acompañadas de buenas consecuencias colectivas. Vale decir, rendimiento – acciones de gol, juego ofensivo, goles- en vez de improductividad – amagues, quiebres, pero cero resultados.
Ojala y Merino, quien, en videos bien editados – basta pasear por youtube para sorprenderse - demuestra tener una habilidad poco común y cierto panorama que, vaya, no le ha permitido siquiera recalar en un club de mediana categoría en toda su carrera, sea tan bueno como presume. En ese caso, el fútbol peruano que, valgan verdades, es de nivel muy pobre, podría darle las condiciones adecuadas para su juego y para su intención ya declarada: ser convocado a la selección nacional.
“Ahora, noventa minutos completos, quiero verte”, quizá es el pensamiento de Sergio Markarián y de miles de aficionados, sobretodo de su nuevo club, el Unión Comercio. El mío, también. Hasta la próxima.
Oswaldo Rivasplata G. Diario La Industria.
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