Con el verano no sólo vienen los días soleados, ‘chelas’ en aumento y las masivas asistencias a balnearios. También, derivado del abandono temporal de las aulas escolares, niños y adolescentes se concentran en aprender su deporte favorito como salida que los padres utilizan para aprovechar ese vacío ocupacional que se forja desde enero a marzo en cumplimiento a la currícula educativa nacional. Y entonces, vemos a cientos corriendo tras un balón, entrenando en una piscina, intentando una canasta, moviendo un alfil sobre el trebejo, ensayando una patada circular sobre el tatami o golpeando un saco de box, según el caso.
Sin embargo, lo censurable es que, varias, dentro de las decenas de academias deportivas que ‘mágicamente’ aparecen por esta época, no tienen las condiciones adecuadas para ser consideradas pedagógicas y asumir la seria responsabilidad de educar a personas en formación. Muchas responden a objetivos exclusivamente económicos y ofrecen el oro y el moro con tal de captar la atención de los alumnos y el dinero de los progenitores sin importarles el deber ético que su condición conlleva. Entidades, muchas veces, improvisadas e instaladas al débil amparo de ‘peloteros’ sin perfil educacional adecuado.
Ante tal situación, bien haría el IPD-LL en verificar las condiciones integrales – estructuras, logística, organigrama, calificación de sus entrenadores, etc- en que se desarrollan y así garantizar el buen trato a sus alumnos; incluso, la Defensoría del Pueblo podría actuar de oficio y condicionar su funcionamiento a un manejo responsable. Y es que, con los niños, no se juega. Hasta la próxima.
Oswaldo Rivasplata G. Vespertino Satélite.
Formación moderna,con calidad profesional, ellos lo merecen, son los amigos de nuestros hijos
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