miércoles, 26 de enero de 2011

Perol: ¿sólo la codicia importa?




“No puede ser que tanto interés dinerario pise los derechos de quienes sólo queremos hacer deporte, en un club que se ufanaba de eso, de promover deporte”. Bajo el sabroso amparo de un plato de cabrito humeando, las palabras de este noble maduro me sabían menos duras, pero no por ello dejaban de ser hondamente reflexivas. Y razón no le falta con su camisita celeste y ese gorrito que yace, desvencijado, sobre su cabeza blanca pero se resiste a terminar su función protectora en este sol que se instala duro en la nueva Trujillo, de inseguridad ciudadana, full consumismo, tráfico terrible y ‘Tradición Trujillana’ en declive.

Cuando niño, un descontrolado profesor del colegio San Juan nos propuso, a quien habla y varios peloteritos más, defender las sedas de la entidad deportiva más “importante del momento”, nos decía. Y bueno, sí, jugar para el Club Libertad en esa época sabía al más puro honor para cualquier infante que tenía sueños de pelota al pie y veía como los de rojo o azul completos arrasaban con torneos infantiles. Y así, por el pretexto de competir en un certamen en Ferreñafe, ingresé, por vez primera, a esa enorme estructura de la calle San Martín que sentía como una villa olímpica lejana a mis posibilidades. Allí, entrenábamos a diario. Y me gustaba ver tantas personas practicando, ya sea trotes, tenis, voley, básquet, fulbito, billar, natación.

Y de seguro, alguna vez me lo cruce a Don Juan, quien dice ser antiguo socio de la centenaria institución mientras intenta ganarle la pelea a un pedazo de elástica carne no dispuesta a ser degullida. Y le decepciona, como a mí, que en nombre del anual Baile del Perol se haya destruido un hermoso minicoliseo, el año pasado, y hoy, se haga lo mismo con una piscina de niños, tapada con cemento en vez de agua clorada, para un pobre fin: ampliar la pista de baile y así, ganar mayores pagantes de 150 soles a la noche de vestidos blancos, tragos y caderas, mientras, cada año, los deportistas se ausentan y las actividades atléticas se pierden. ¿Y el sentimiento deportivo que tanto defendían?, “eh, ahora son cojudeces, si ya no ‘quedan deportes’ que practicar aquí”. Y, lamentablemente, razón no le falta con su camisita celeste...

Hasta la próxima.

Oswaldo Rivasplata González. Vespertino Satélite.

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