Cristiano Ronaldo nació en Madeira y lleva poco más de un año en Madrid, pero alguno puede pensar que de pequeño paseaba por Chamartín con las mocitas madrileñas. Sabe lo que significa el Real Madrid o, si no lo sabe, lo disimula muy bien. El hambre infinito de CR7 representa el escudo que lleva en el pecho.
Ronaldo le hizo tres al Villarreal. Ha jugado 62 partidos de blanco y ha metido 63 goles. Es de locos. Cristiano es inagotable. No se va a rendir, como nunca lo ha hecho el Madrid. Que el mejor Barça de la historia esté enfrente no le va a resignar. Todo lo contrario. Nunca se va a dar por vencido, porque eso no va con él ni con el club que defiende.
CR7 no va a parar hasta conseguir su objetivo. Si no lo hace, se levantará y seguirá sacando espuma por la boca. Quiere pasar a la historia y que los madridistas sean cristianos por los siglos de los siglos.
Cristiano representa el escudo con un balón en los pies, pero tampoco es perfecto. Es verdad que se fija demasiado en las cámaras, que a veces se le cruzan los cables, pero como futbolista es superlativo. Todavía está a tiempo de mejorar sus formas sin el cuero. Si él quiere, lo conseguirá. El escudo siempre se merece un respeto, algo que no siempre está pasando desde hace tiempo...
Delfín Melero. Marca.com
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