Imaginar al papa Benedicto XVI enfundado en pantalones cortos y corriendo tras una pelota de fútbol puede resultar complicado, pero no nos engañemos, este deporte no le es ajeno al Sumo Pontífice al punto de que el Papa ha sido capaz de esbozar trazos de lo que podríamos denominar una ‘teología del fútbol’. Precisamente hace 26 años, ante la cercanía del Mundial de México, el entonces arzobispo de Múnich publicó un artículo en el cual reflexionaba sobre el fútbol, un acontecimiento al cual consideraba “algo radicalmente humano”.
Con certeros toques teológicos en “El juego y la vida: sobre el Campeonato Mundial de Fútbol”, el ahora Benedicto XVI sostiene que la fascinación por este deporte podría explicarse primero por su dimensión lúdica: “El juego sería una suerte de intento de regreso al paraíso: salir de la esclavizante seriedad de la vida cotidiana y de sus cuidados por la vida a la seriedad libre de lo que no necesariamente tiene que ser y que, justamente por eso, es bello”; y segundo por su función paidética (formativa), pues obliga a la persona a disciplinarse y ayuda al deportista a adquirir la disposición sobre sí mismo y de este modo abona en beneficio de la consolidación de la libertad.
De esta manera, el juego se convierte en un ejercicio preparatorio para la vida. Compromete, une en busca de objetivos comunes, ayuda a practicar las reglas y el respeto de las normas, pero no por ellas mismas, sino por las personas que participan del juego. El fútbol algo más que un mero entretenimiento. Ratzinger dixit.
Amén.
Marco Méndez.
Diario El Comercio, Perú.
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