domingo, 30 de enero de 2011

Hasta siempre, 'Veco'


Hace un año se fue el, quizás, último gran maestro de la prensa deportiva. Aquí, el reconocimiento que, en su momento, le tributé…

No puedo darme el lujo de decir que fui su amigo como varios bendecidos. Sin embargo, si puedo afirmar que, además de leerlo desde muy pequeño, compartí algunas horas con él y me resultaron de las más importantes que el periodismo, a este humilde columnista de cada cuatro días, le ha dado.

Aquellos -y no son pocos-, quienes aseguran que Don Emilio Lafferranderie revolucionó el reporterismo deportivo en el Perú no exageran un ápice. Y eso basta para resumir la magnitud que la trayectoria de ‘El Veco’ ha tenido aquí y en el continente. Tras llegar a Lima, en 1981, su verbo o pluma, sea reprobatoria o halagadora pero siempre pulcra y risueña, noble en la forma pero punzante en el fondo, rápidamente encajó en las expectativas de una afición atlética que crecía a la par de los éxitos del fútbol, clasificado al mundial de España 82, y el voley, subcampeón mundial un año antes.

Por eso, los peruanos empezamos a quererlo de inmediato y los cuatro meses que tenía proyectado residir en la capital se convirtieron en muchos años hasta decidir, como siempre aseguraba en sus últimas entrevistas, “morir acá, junto a Lolo, Juan Joya, Toto Terry...”

Eran inicios del 2000 cuando me recibió en el hotel Libertador. Y, tan humilde como elocuente, este odontólogo charrúa metido a extraordinario periodista me dijo, entre otras cosas, una frase que la recuerdo tan clara como los abrazos de mi madre: “el mejor consejo lo recibí de Constancio Vigil, fundador de El Gráfico: si tu comentario no motiva una sonrisa, lágrima o discusión, no sirve; ¡debes generar algo, hijo!” Un maestro.

Así, su partida la sienten en toda Sudamérica, desde el ex presidente uruguayo Julio Sanguinetti, pasando por el escritor argentino Jorge Barraza hasta el entrenador Sergio Markarián. Y además, que duda cabe, miles de nacionales que encontramos en él una forma fácil de amar al deporte. Hasta siempre, querido ‘Veco’.

Febrero del 2010. Diario La Industria.

sábado, 29 de enero de 2011

El equipo de Sisifo

Durante las últimas tres décadas las selecciones peruanas de fútbol, en todas sus categorías –salvo alguna honrosa excepción– parecen destinadas a revivir la condena de Sísifo, el rey corintio que según la mitología griega fue castigado por el dios Zeus a empujar una roca, montaña arriba. Sin embargo, a poco de llegar a la cúspide, irremediablemente, la piedra rodaba nuevamente hacia abajo y Sísifo tenía que descender para empezar la tarea nuevamente. Una labor permanente, pues el castigo era perpetuo.

A nuestros equipos nacionales no les toca arrimar una piedra como a Sísifo sino patear una pelota, pero terminan compartiendo la suerte del personaje, pues en cada torneo los jugadores marchan cuesta arriba, hacia un destino que ineludiblemente se repite. Y así, eliminatoria tras eliminatoria, sudamericano tras sudamericano, los futbolistas inician su trabajo: empujar su pesada carga con el mismo resultado, ya que una y otra vez vuelven a derrumbarse las aspiraciones de pasar a una siguiente instancia. Hasta ahora es un volver a empezar repetitivo, doloroso, penoso y con la misma suerte.
Si para Sísifo el castigo era perpetuo, para quienes tienen 30 años o menos, el último resultado obtenido por la selección Sub 20 reafirma un sentido de perpetuidad (solo conocen de eliminatorias) construido por la repetición casi compulsiva de los resultados negativos.

El jueves último, con la Sub 20, volvió la sombra de Sísifo. Los muchachos sabían que el camino era escarpado (para clasificar tenían que ganar por cuatro goles de diferencia a Uruguay), pero igual aplicaron todos sus esfuerzos. Anotaron uno… dos goles, les faltaba otros dos para alcanzar la ‘cima’ (lograr el pase a la siguiente etapa), pero una vez más la piedra cayó cuesta abajo. Habrá que esperar la siguiente participación de una selección para reanudar el ascenso.

Marco Méndez. El Comercio.

Un año sin 'El Veco'



En estos tiempos, la palabra ‘maestro’ se encuentra tan devaluada que muchas veces solemos perder de vista a aquellas personalidades irrepetibles que verdaderamente supieron dictar cátedra. Como inveterado lector y ocasional infiltrado en el mundo de la prensa deportiva he aprendido a delimitar la frontera que separa plumas de plumíferos, y entre las primeras han existido muy pocas que podamos calificar como memorables e imprescindibles, al menos en un medio, como el nuestro, que parece irremediablemente contaminado por el chisme, la calumnia y la exaltación irresponsable de triunfos efímeros.

Don Emilio Laferranderie, el Veco, nos trajo de Uruguay muchas enseñanzas: gracias a él, por ejemplo, supimos que la prensa deportiva podía también ser un refugio lírico en el que la rigurosidad no tenía por qué estar peleada con el ejercicio de la buena prosa. Con su lucidez para entender los deportes que más lo apasionaban –el fútbol y el boxeo…– y sus inagotables anécdotas y recuerdos de tiempos irrepetibles, don Emilio, como siempre lo llamamos aquí en DT –la recordada Esquina dejó una huella imborrable entre los que la seguíamos todas las semanas casi con devoción–, fue quizás el último gran maestro de la prensa deportiva en el Perú.

Hace falta, don Emilio. Ha pasado poco menos de un año de su partida y el vacío se hace cada vez más grande. Yo extraño sus llamadas los domingos, cuando evaluaba largamente las incidencias de la fecha de turno y no dejaba de alegrarnos el cierre con algún comentario risueño… Pero, sobre todo, extraño la forma en que usted hacía respetar, con pluma y verbo, esto que nos estimula tanto y que muchos todavía se atreven a ver por encima del hombro: que un simple juego se convierta en una prolongación y un breviario de todo aquello que nos diferencia como especie. Ha pasado un año y la esquina más exquisita de esta sección sigue vacía, en silencio, esperando a que la música vuelva a sonar.

Raúl Cachay. El Comercio.

miércoles, 26 de enero de 2011

Perol: ¿sólo la codicia importa?




“No puede ser que tanto interés dinerario pise los derechos de quienes sólo queremos hacer deporte, en un club que se ufanaba de eso, de promover deporte”. Bajo el sabroso amparo de un plato de cabrito humeando, las palabras de este noble maduro me sabían menos duras, pero no por ello dejaban de ser hondamente reflexivas. Y razón no le falta con su camisita celeste y ese gorrito que yace, desvencijado, sobre su cabeza blanca pero se resiste a terminar su función protectora en este sol que se instala duro en la nueva Trujillo, de inseguridad ciudadana, full consumismo, tráfico terrible y ‘Tradición Trujillana’ en declive.

Cuando niño, un descontrolado profesor del colegio San Juan nos propuso, a quien habla y varios peloteritos más, defender las sedas de la entidad deportiva más “importante del momento”, nos decía. Y bueno, sí, jugar para el Club Libertad en esa época sabía al más puro honor para cualquier infante que tenía sueños de pelota al pie y veía como los de rojo o azul completos arrasaban con torneos infantiles. Y así, por el pretexto de competir en un certamen en Ferreñafe, ingresé, por vez primera, a esa enorme estructura de la calle San Martín que sentía como una villa olímpica lejana a mis posibilidades. Allí, entrenábamos a diario. Y me gustaba ver tantas personas practicando, ya sea trotes, tenis, voley, básquet, fulbito, billar, natación.

Y de seguro, alguna vez me lo cruce a Don Juan, quien dice ser antiguo socio de la centenaria institución mientras intenta ganarle la pelea a un pedazo de elástica carne no dispuesta a ser degullida. Y le decepciona, como a mí, que en nombre del anual Baile del Perol se haya destruido un hermoso minicoliseo, el año pasado, y hoy, se haga lo mismo con una piscina de niños, tapada con cemento en vez de agua clorada, para un pobre fin: ampliar la pista de baile y así, ganar mayores pagantes de 150 soles a la noche de vestidos blancos, tragos y caderas, mientras, cada año, los deportistas se ausentan y las actividades atléticas se pierden. ¿Y el sentimiento deportivo que tanto defendían?, “eh, ahora son cojudeces, si ya no ‘quedan deportes’ que practicar aquí”. Y, lamentablemente, razón no le falta con su camisita celeste...

Hasta la próxima.

Oswaldo Rivasplata González. Vespertino Satélite.

martes, 25 de enero de 2011

Narcofútbol: capítulo II


 Si me llama Vito Corleone, yo voy", dice el entrenador Francisco Pacho Maturana. Sus mejores jugadores, estrellas de los años dorados del fútbol colombiano, iban a Nápoles a jugar al fútbol con Pablo Escobar Gaviria. La Hacienda Nápoles, 3000 hectáreas entre Medellín y Bogotá, tenía también plaza de toros, parque de diversiones, teatro, seis piscinas, diez lagos artificiales. El narcotraficante, a quien la revista Forbes ubicaba entonces entre los diez hombres más ricos del mundo, hizo llegar en aviones y buques animales de todo el mundo.

Elefantes, cisnes de cuello negro, dromedarios, búfalos, antílopes y hasta rinocerontes de Kenya. Escobar abrió la Hacienda para que los pobres del pueblo vieran gratis su zoológico particular. También les construyó canchas iluminadas en las barriadas populares de Medellín.

 Los excrementos de sus amados animales le servían para adobar por fuera los paquetes de cocaína y ahuyentar a los perros cazadores de los aeropuertos. Y las canchitas, para formar una gran red de sicarios, informantes y adictos. En ellas crecieron cracks como René Higuita y, tal vez, jóvenes como los que representarán al país en el Mundial Sub 20 que se jugará en Colombia a partir del 29 de julio. "El narcotráfico -admite Maturana- es un pulpo, toca todo, y el fútbol no es una isla."
Maturana habla en Los dos Escobares, uno de los mejores documentales deportivos de 2010. Habla como si fuera pasado.

El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, lo desdice. "¡O cambiamos el fútbol o se nos acaba el fútbol!", clamó cincuenta días atrás. Su gobierno amenazó con echar del campeonato a los clubes que no demuestren estar limpios. A tan pocos meses del Mundial, avisan los clubes, la medida no sería bien vista por la FIFA. El nuevo escándalo saltó tras las denuncias de dineros narcos en el Independiente Santa Fe de Bogotá, el equipo que nació en el Gimnasio Moderno, la escuela que más presidentes graduó en la historia de Colombia. Sin salir campeón desde hace 35 años y con una deuda de 7 millones de dólares, el Santa Fe no preguntó el origen del dinero fresco que le sirvió para reforzarse e ilusionar a sus hinchas.

El dinero era de Julio Alberto Lozano, capo de El Dorado, el cartel más poderoso del narcotráfico en Colombia. Lozano se entregó en noviembre a la justicia de los Estados Unidos. El ex presidente Álvaro Uribe ganó popularidad por derrotar a la guerrilla y terminar con algunos grandes capos. La tarea sucia corrió a cargo de la organización ilegal paramilitar de extrema derecha Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). A cambio, se quedó con el negocio. Desgrabaciones de charlas telefónicas entre sus "comandantes", confesiones de "paras" extraditados a Estados Unidos e investigaciones fiscales hablan de al menos una decena de clubes, de primera o segunda. Es el "AUC Fútbol Club", como tituló en noviembre pasado la revista Semana.
El Santa Fe, en rigor, lleva años alimentándose del dinero narco. En los calientes años 80 su protector era Fanor Arizabaleta. Un ex jugador argentino me contó que cuando llegó al club le dieron a elegir automóvil.
Señaló uno. Le pidieron que se apartara. Había que "limpiarlo". Jamás se animó a usarlo. En 1988 el árbitro Luis Gil dio por terminado un partido ante Quindio sólo después de que el Santa Fe empató, trece minutos vencido el tiempo reglamentario.

Al Santa Fe le iba mal con Millonarios, que le ganó un clásico del 88 gracias a un penal concedido por el árbitro Ramiro Rivera. La falta fue casi tres metros fuera del área. Millonarios tenía patrón más poderoso, Gonzalo Rodríguez Gacha, "El Mexicano". Pero el gran club narco era el América de Cali, de los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela. Entre el 85 y el 87 llegó tres veces a la final de la Libertadores.

Jugadores del América y de la selección llegaban con los ojos vendados a su hacienda Cuernavaca. Miguel Rodríguez fue un día a una práctica. Apostó un desafío a penales, pero sin arcos. Pateaba un jugador del América y el árbitro, entrenador del equipo, decía "paaaalo". "Gol" cantaba en cambio el DT cuando pateaba el narco, aunque la pelota fuera a cualquier lado. El pobre arquero, cuenta mi fuente colombiana, era argentino.

Allí es cuando irrumpe el Atlético Nacional de Medellín con los dineros de Pablo Escobar. En 1989, el mismo año en el que ordena el asesinato del candidato presidencial Luis Carlos Galán, Escobar convierte al Nacional en el primer equipo colombiano campeón de la Libertadores. Los árbitros amenazados, argentinos incluidos, como Juan Carlos Loustau y Juan Bava, se cuentan por decenas. Ese mismo año acribillaron al árbitro Álvaro Ortega y el campeonato fue suspendido. Le habían pagado para pitar "a favor de". Lo mataron por pitar "en contra de". "Sin árbitros -sabían los narcos- no hay paraíso." Una nueva amenaza en la Libertadores siguiente, esta vez al uruguayo Juan Daniel Cardellino, provocó la suspensión de los estadios colombianos.

"Es la mafia de la Confabulación Sudamericana de Fútbol", protestaron algunos periodistas. Compartían tragos, dineros y mujeres con los capos narcos. "La lleva el cuatro. ¡Chiflen, chiflen!", arengaba uno de ellos en su relato radial, cada vez que tomaba la pelota un jugador "enemigo", cuenta el libro Pena máxima. "Uno de los puntos más críticos de todo esto -me dice desde Colombia su autor, Fernando Araújo Vélez- es la feliz convivencia de periodistas y sujetos oscuros."

Los narcos tuvieron la suerte de contar con la más maravillosa generación de futbolistas colombianos: el Pibe Valderrama, Faustino Asprilla, el Loco Higuita, el Tren Valencia, Freddy Rincón, Leonel Álvarez, Anthony de Ávila. La selección de Maturana se clasificó a tres Mundiales seguidos y fue semifinalista de cuatro Copas América. El ciclo comenzó en 1987, tuvo su pico en el 5-0 del Monumental y concluyó con el fracaso del Mundial 94, en medio de amenazas de apostadores y narcos y con un gol en contra fatal: el de Andrés Escobar ante Estados Unidos.

Si uno de "Los dos Escobar" es el narco, el otro es el jugador. Andrés Escobar, hijo de una familia acomodada de Medellín, antítesis del indisciplinado y arrogante Asprilla, creyó en el respeto que imponía su figura. "La vida sigue", escribió en El Tiempo. Y apenas vuelto a Colombia, salió como siempre. Lo mataron de seis balazos. La justicia condenó a un empleado de narcos enfrentados con Pablo Escobar, que había muerto unos meses antes. "A Pablo y a Andrés los mataron los mismos y sus muertes marcan el fin de la mejor época del fútbol colombiano", dice Jaime Gaviria, primo del narcotraficante.

El documental que los hermanos Jeff y Michael Zimbalist hicieron el año pasado para ESPN mezcla imágenes de aquel gran fútbol colombiano con las bombas y los muertos del narcotráfico. Entrevista a ex presidentes, jugadores y a criminales. "Descuarticé gente, con mi mano ejecuté a unas 250 personas, pero sólo un psicópata las cuenta", dice Juan Jairo Velásquez, "Popeye", sicario de Pablo Escobar. El documental no se dio en Colombia. La cadena RCN, de Carlos Ardila Lulle, dueño a su vez del Nacional, levantó su transmisión después de las quejas de la familia de Andrés Escobar, furiosa por el paralelismo con el otro Escobar.

"¿Por qué sólo nos queremos ver a nosotros mismos en versiones edulcoradas de la realidad?", se lamentó Sergio Otálora Mondragón. Hablaba de las narconovelas. Andrés Escobar, rehén como todos, también era empleado del narco. "El dinero de la droga, de la sangre, siempre será tragedia", dice un amigo suyo en el documental, el periodista César Velásquez. El momento dorado del fútbol colombiano convivió con ese dinero. Los "traquetos" (narcos) no tenían dónde pudrir el dinero que venía del "petróleo tropical" (la cocaína). El fútbol, y las muñecas de silicona, me dice el colega Juan Fernando Rodríguez, eran sus juguetes favoritos.

Otro periodista colombiano, el amigo Nicolás Samper, me recomienda leer Autogol, una novela que no teme recurrir a la ficción porque "es una manera de digerir la realidad". Su autor, Ricardo Silva Romero, imagina que el asesino de Andrés Escobar es Pepe Calderón Tovar, un comentarista deportivo que, como todos, convive con la ilegalidad, con "una cultura profundamente ligada a la mafia" en la que muchas veces "el honorable resulta peor que un mafioso". ¿Qué dinero es limpio? Pepe quiere vengarse porque perdió su voz en el momento del gol en contra. "Es la voz -dice Silva Romero- que perdemos todos en el camino." Porque "lo mejor, si se quiere sobrevivir, es quedarse en silencio". Hasta que algún día decidimos contar lo que ha sucedido. "Para recuperar la cordura."

Ezequiel Fernándes M. Canchallena.com


domingo, 23 de enero de 2011

Con ellos no se juega (II)

El siempre yugular Carlos ‘Pocho’ Balarezo, me hacía, a propósito de un comentario publicado en este diario el pasado lunes (titulado “Con ellos no se juega”), una reflexión, tan atinada como dura: ¿cómo podemos pretender, que tantas supuestas academias deportivas actúen responsablemente, si el propio ente llamado a regularlos, ni siquiera contrata personal adecuado (para sus propios talleres de verano en toda la región)? Y razón no le falta al periodista de Sol TV.

Ciertamente, no se puede aspirar a que el funcionamiento de entidades instaladas sin las mínimas condiciones que exige un centro formador de menores, cese, si el propio Instituto Peruano del Deporte (IPD) incorpora técnicos no calificados, sobre todo, dentro de zonas periféricas a Trujillo y además, se maneja con tantos cuestionamientos.

Basta recordar la denuncia contra un entrenador sentenciado por abuso sexual – en Huanchaco, el año pasado- , robos constantes dentro de la institución, acusaciones de trabajadores, quejas venidas de diversas sedes por malos coordinadores deportivos y muchas irregularidades, para entender porque ya se ha hecho común el accionar de personajes que –sino siguieron uno que otro cursillo- por sólo patear un balón de fútbol, encestar, nadar, jaquear (o cual sea el caso), dirigen talleres de entrenamiento cada verano y en busca de objetivos meramente lucrativos sin que las autoridades digan ni pío.

El trabajo de inferiores resulta el más importante y delicado dentro de la pirámide formativa de cualquier deportista o ciudadano y debe ser dada a profesionales con un perfil muy estricto que va desde su formación pedagógica hasta los valores personales que ostenta. Y, aunque se enojen muchos que confundirían amistad con ayayerismo, el IPD ni la propia Fedell –considerando que el fútbol es el deporte más masivo-, demuestran clara intención para, al menos, intentar paliar esa problemática. Hasta la próxima.

Oswaldo Rivasplata G. Vespertino Satélite de Trujillo.

sábado, 22 de enero de 2011

De frente a los testículos...


Que Trujillo se ha tornado muy peligroso es tan innegable como las curvas de Shakira. El índice de
asesinatos o violencia diversa (robos, agresiones, accidentes, denuncias sobre chantaje, etc) que cada día se desatan, lamentablemente, lo corrobora, en una ciudad que sigue explotando demográficamente.

Sobre esa problemática y la necesidad de que el ciudadano común asuma eficaces métodos de defensa ante la posibilidad que en cualquier momento lo asalten, conversaba hace unos días con Enrique Seminario Maúrtua, reconocido instructor de Defensa Personal y quien, desde hace varios años, enseña como proceder en situaciones de alto riesgo en varias entidades locales. Y dentro de la amplia temática que abordamos, Kike, como le llamo en virtud a una amistad de larga data, me dejó una conclusión importante: “la mejor forma de defenderse, aquí y en la China, es sólo una: la prevención”

Esta, no entendida como una forma de asumir un enfrentamiento ante un maleante, sino el siempre evitar cualquier conflicto. “Los que se pelean con tres o cuatro y siempre salen airosos no existen, sólo están en la televisión o las películas de acción; sólo hay que prevenir, osea no caminar por zonas con poca iluminación, no abordar taxistas desconocidos, no caminar sólo en zonas riesgosas, etc”

Y, como cuando ultima un rival en algún torneo de taekwondo, el ex seleccionado nacional sentenció la charla con una frase tan adecuada como directa: “a las mujeres, siempre más propensas a robos o ataques, sepan que hay dos zonas muy sensibles donde golpear en situaciones límite: los ojos y los testículos” ¡Ayyy!, diría, un innoble caco. Hasta la próxima.

Oswaldo Rivasplata. Diario La Industria de Trujillo.

viernes, 21 de enero de 2011

Las culpas de Burga...



El 13 de mayo 2005, Manuel Burga presentó el proyecto “Creciendo con el fútbol 2015”, un plan para desarrollar el fútbol de menores desde las bases, haciendo que niños de entre 6 y 12 años se formen como futbolistas para recoger frutos diez años después. Hoy, a cuatro años de la fecha límite y a la luz de los resultados, no se ha avanzado nada.

Esta Sub 20 es prueba de ello: cayó en sus dos primeros partidos del Sudamericano y está casi fuera de carrera, ninguna novedad en cuanto a resultados pero con el agravante de que Perú es local en la altura de Arequipa (resaltar que somos locales en la altura, por favor).
En los últimos seis años, esta categoría apenas ha sumado un solitario empate (ante Bolivia, 1-1, en el torneo del 2005; el resto fueron derrotas). Si bien es cierto que Burga saca pecho por la clasificación de los ‘Jotitas’ al Mundial del 2007, lo cierto es que la milagrosa aparición de Oré como entrenador de la Sub 17 fue un hecho aislado y la prueba de eso es que la misma generación, dos años después, no pudo conseguir un solo triunfo en el Sudamericano Sub 20 de Venezuela.

Además, esa Sub 17 era de Pavoni, y ante su alejamiento del país es que Oré demuestra que era un técnico capacitado para el cargo. No fue que Burga tuvo el ‘ojo’ afinado; aquel fue un golpe de suerte que hasta hoy le sirve al dirigente para perpetrarse en la Videna y sacar pecho por su solitario e inservible ‘gol’: todo lo demás hecho por Burga solo nos ha traído derrotas.

Está claro que el impopular Manuel Burga no juega en la cancha y poco tiene que ver en los resultados, pero sí es gestor de los procesos, y estos no se han cumplido, pese a la pompa con la que anunció su plan ‘Creciendo con el fútbol 2015’.

Carlos Picerni, aquel jefe de la Dirección Técnica Nacional que ideó el plan que nutriría de chicos preparados a nuestra selecciones menores, dejó el cargo el 2007. Con él se marchó su equipo de trabajo, por lo que había que empezar de cero. Burga no pudo retenerlo y ahora Picerni trabaja en Paraguay.
El argentino fue sucedido por Óscar Hamada, quien no aparecía en ningún plan como sucesor o cabeza de un trascendental proyecto a largo plazo, como nos lo había vendido Burga. Hamada continúa hasta hoy pese a que en algún momento de la gestión de Chemo del Solar como DT de la selección, el actual técnico de Universitario fue anunciado como jefe de la unidad técnica. Hoy, con Markarián al mando de la mayor, tampoco hay una línea de autoridad definida, de estilo de trabajo que vaya de la Sub 15 y acabe en la adulta.

En los 6 años de vigencia que tiene el proyecto de Burga, la selección Sub 20 ha ido de mal en peor. Si el 2005, con jugadores como Miguel Cevasco, José Carvallo, Raúl Fernández, Junior Ross, Jean Tragodara o Junior Viza, solo se logró un punto, los años posteriores la cosa ha ido hacia abajo.
El 2007, con Carlos Zambrano, Damián Ísmodes, Josepmir Ballón y Carlos Elías como figuras, la selección no pudo lograr ningún triunfo ante Brasil (1-2), Chile (2-4), Paraguay (0-1) y Bolivia (1-4), mientras que el 2009 -con un equipo que era básicamente la de los “Jotitas”, junto a añadidos como Zambrano, Ísmodes, Anderson Cueto y Juan Barros, entre otros- la bicolor perdió ante Ecuador (1-2), Colombia (0-1), Argentina (1-2) y Venezuela (1-3).

Ahora “Creciendo con el fútbol” forma parte de algo llamado “Desafío 2020”, otro proceso que, atragantado por los malos resultados, se estira cinco años del plazo original (del 2015 se pasa al 2020). Burga pide chepa y busca resultados dentro de 9 años. Su mala muñeca y su nula visión en cuanto a menores nos ha llevado a tener a Picerni, Pavoni, Tito Chumpitaz, Hamada y Ferrín ocupándose a diversos niveles de la Sub 20 (¡¡¡cinco personas en cinco años para un mismo proyecto!!!). Es una forma de extender el plazo a la fuerza.

Los chicos no tienen la culpa, o si prefiere, su culpa es menor. En el fútbol los jóvenes pagan los pecados de los viejos y los resultados de la Sub 20 son una expresión de ello. La selección ahora necesita dos triunfos consecutivos en Arequipa para clasificar a la siguiente fase. Esos resultados no se ha conseguido durante los años que Manuel Burga está en la FPF. ¿Por qué habría de extrañarnos que ocurra ahora?

Redacción El Comercio.

lunes, 17 de enero de 2011

Con ellos, no se juega


Con el verano no sólo vienen los días soleados, ‘chelas’ en aumento y las masivas asistencias a balnearios. También, derivado del abandono temporal de las aulas escolares, niños y adolescentes se concentran en aprender su deporte favorito como salida que los padres utilizan para aprovechar ese vacío ocupacional que se forja desde enero a marzo en cumplimiento a la currícula educativa nacional. Y entonces, vemos a cientos corriendo tras un balón, entrenando en una piscina, intentando una canasta, moviendo un alfil sobre el trebejo, ensayando una patada circular sobre el tatami o golpeando un saco de box, según el caso.

Sin embargo, lo censurable es que, varias, dentro de las decenas de academias deportivas que ‘mágicamente’ aparecen por esta época, no tienen las condiciones adecuadas para ser consideradas pedagógicas y asumir la seria responsabilidad de educar a personas en formación. Muchas responden a objetivos exclusivamente económicos y ofrecen el oro y el moro con tal de captar la atención de los alumnos y el dinero de los progenitores sin importarles el deber ético que su condición conlleva. Entidades, muchas veces, improvisadas e instaladas al débil amparo de ‘peloteros’ sin perfil educacional adecuado.

Ante tal situación, bien haría el IPD-LL en verificar las condiciones integrales – estructuras, logística, organigrama, calificación de sus entrenadores, etc- en que se desarrollan y así garantizar el buen trato a sus alumnos; incluso, la Defensoría del Pueblo podría actuar de oficio y condicionar su funcionamiento a un manejo responsable. Y es que, con los niños, no se juega. Hasta la próxima.

Oswaldo Rivasplata G. Vespertino Satélite.

viernes, 14 de enero de 2011

Dinho: otro que vuelve


BUENOS AIRES -- Desde la vuelta de Odiseo (o Ulises, si prefieren) a Itaca, el tema del regreso como marca del destino, recuperación del origen, ha frecuentado las ficciones y, tal vez mucho más, la vida real. La vuelta al pago, incluso contra la propia voluntad. Como le sucedió a Carlito Brigante, el hampón de Brian de Palma que, luego de una temporada a la sombra, pretende terminar sus días en una playa, rodeado de cocoteros.
Pero pasa por el barrio y el barrio lo devora. Lo encadena al pasado, al delito del que no puede zafar, que lo acecha como una peste y lo define. Por supuesto, no habrá costas paradisíacas ni redención para Carlito. Honrando esta tradición, los futbolistas suelen regresar al club de origen (o a alguno cercano) cuando ya les queda poca cuerda. Se trata de un reflejo que tal vez debe leerse como declaración de amor y agradecimiento.

Tal vez debe leerse así: "Ahora que tengo mucha plata y los contratos no me interesan, me puedo dar el lujo del jugar en el club que más quiero y que me dio la oportunidad de triunfar, no en el que más me conviene." De paso (se) demuestran que siguen siendo los mismos, que el tiempo, la fama y los millones no los han afectado. Siempre decimos que en el fútbol, un ámbito más conservador que el Jockey Club, no cambiar es un valor de alta cotización. Últimamente, sobre Brasil viene cayendo una lluvia de estrellas maduras que, aunque han pasado el fugaz trecho del esplendor, mantienen un apellido resonante que le da un prestigio extra al torneo local.

Roberto Carlos y Ronaldo en Corinthians han sido casos prominente, al igual que Robinho en Santos, Adriano, Emerson, Cicinho y tantos otros que, con suerte dispar, luego de campañas destacadas en Europa y en la selección, recalaron en la tierra del carnaval. La moda sigue, por ejemplo, con la repatriación del mundialista Elano a Santos. El último talento recuperado para el Brasileirao es Ronaldinho. A los 30 años, el futbolista surgido en Gremio de Porto Alegre optó ahora por las playas cariocas y arregló con Flamengo.

Quizá dolido por el desplante de Dunga, que no lo tuvo en cuenta para el Mundial de Sudáfrica, el ex Milan y Barcelona parece decidido a precipitar el final de su carrera (más que a jugar la próxima Copa del Mundo en su país).

Por lo pronto, ha resuelto ajustar la ecuación de negocios a un momento de su vida en el que prefiere el relax al rigor de los entrenamientos y los viajes. Menos esfuerzo y contratos que no hacen extrañar a Europa.
Además de la añoranza de la familia, la torcida y las escolas do samba, los héroes que regresan a Brasil suelen pactar formidables acuerdos económicos en distintas ventanillas.

Ronaldinho cobrará casi 600 mil dólares mensuales (¡20 mil por día!), a lo que debe sumarse una cifra semejante por derechos de imagen, merchandising y algún otro plus. El paquete es posible por la participación de la empresa Traffic.

Clientela al Flamengo no le falta: en Brasil calculan que tiene 33 millones de hinchas, lo que lo convertiría en el equipo más popular del mundo. Nada que ver con el gesto del gran Rivaldo, quien luego de una interminable carrera en Europa y con 38 años fichó para el modesto Mogi Mirim, club en el que dio sus primeros pasos y que ahora preside. Caprichos personales, que le dicen.

Alejandro Caravario. Espndeportes.com


martes, 11 de enero de 2011

Hasta cuando, Mannucci

Cuantas veces, desde muchos años atrás, he debido escribir en torno al Carlos Mannucci. Y cuantas veces, también, analizando el abandono y manejo informal que el más popular de los equipos trujillano carga, como una marca indeleble sobre su pecho, desde su fundación, en 1959. Y es que la ‘tricolor’ resulta una oda al maniqueísmo, una figura donde conviven muchas tristezas y pocas alegrías.

Pero sus penas no son gratuitas y, casi siempre, vienen de la mano de pésimos dirigentes que, sabedores del arrastre popular que tiene, no dudan en asumir cargos pero priorizando intereses de protagonismo y no deportivos, aprovechando la desesperación que, normalmente, cunde en el seno mannuccista a puertas del inicio de un torneo oficial.

Así, han pasado los Franco, Córdova, Saavedra, Rodríguez, Ascoy y tantos más que ya ni vale la pena recordar y que, sino canibalizaron al club, tuvieron un penoso trato con los jugadores – muchos, ciertamente, irresponsables e indisciplinados- y hasta se llevaron buen dinero mediante los famosos carruseles. Lo peor de todo es que, como las vueltas de un circuito , siempre se llega a lo mismo.

Por eso, cada fin de temporada el recuento, comúnmente, es pobre, en rojo. Esta vez, y a pocas semanas de partir la temporada 2011, varios empresarios aseguran querer asumir las riendas y hasta convocan conferencias de prensa, pero ninguno, valgan verdades, evidenciando un proyecto serio y planificado, mientras la hinchada llora, angustiada. Y hasta, no pues, Daniel Salaverry se mantendría como presidente. Alguien que, como condenaría Martha Hildebrant, muestra ser “políticamente correcto”. Hasta la próxima.

Oswaldo Rivasplata G. Diario La Industria de Trujillo.

lunes, 10 de enero de 2011

Nacido para jugar en el Real Madrid



Cristiano Ronaldo nació en Madeira y lleva poco más de un año en Madrid, pero alguno puede pensar que de pequeño paseaba por Chamartín con las mocitas madrileñas. Sabe lo que significa el Real Madrid o, si no lo sabe, lo disimula muy bien. El hambre infinito de CR7 representa el escudo que lleva en el pecho.

Ronaldo le hizo tres al Villarreal. Ha jugado 62 partidos de blanco y ha metido 63 goles. Es de locos. Cristiano es inagotable. No se va a rendir, como nunca lo ha hecho el Madrid. Que el mejor Barça de la historia esté enfrente no le va a resignar. Todo lo contrario. Nunca se va a dar por vencido, porque eso no va con él ni con el club que defiende.
CR7 no va a parar hasta conseguir su objetivo. Si no lo hace, se levantará y seguirá sacando espuma por la boca. Quiere pasar a la historia y que los madridistas sean cristianos por los siglos de los siglos.
Cristiano representa el escudo con un balón en los pies, pero tampoco es perfecto. Es verdad que se fija demasiado en las cámaras, que a veces se le cruzan los cables, pero como futbolista es superlativo. Todavía está a tiempo de mejorar sus formas sin el cuero. Si él quiere, lo conseguirá. El escudo siempre se merece un respeto, algo que no siempre está pasando desde hace tiempo...

Delfín Melero. Marca.com


miércoles, 5 de enero de 2011

Mala entraña

“Cabrones de mala entraña” ha vociferado, tan fuerte como su visceral manía de odiar a todo el que tenga cierto éxito, le plante cara o no haya encajado en su engranaje sicótico, Jaime Bayly, en un polémico artículo dentro de la revista colombiana Soho, que varios medios se han encargado de rebotar con barro y ventilador. “Va dedicado a todos aquellos que alguna vez me hicieron daño” simplifica, incluido su propio padre y hasta Mario Vargas Llosa.

Y, trayendo esa bilis sobre papel a Trujillo futbolero, hoy, no considero adecuado que Tenchy Ugaz pudiera reflexionar de esa forma cuando, años adelante, recuerde que alguna vez el equipo más popular del país – junto a la “U”- lo quiso en sus filas para hacerlo jugar Copa Libertadores y su club de pertenencia no le dio las facilidades. Porque, y esto no admitiría dudas, la oportunidad que el lateral derecho ha perdido era grandiosa en todos los sentidos. La mejor en toda su carrera. Y grandiosa también el error de no haberlo aprovechado por negativa de los directivos vallejianos o la impericia de su representante, Ricky Schancks.

Incluso, jugando en Alianza Lima – cuadro del cual es hincha desde pequeño-, el ex jugador de Sport Coopsol hubiera tenido mayores opciones de jugar en la selección nacional, su mayor sueño, y hasta – ¿por qué no?- , fichar por un club del exterior. Y no se trata de mezquinar a un elenco con aspiraciones como la UCV, sino de defender el derecho a progresar que toda persona posee.

“Te quiero y respeto, por eso te dejo ir”, me dijo, alguna vez, una querida pareja, la gran JM. Y la recuerdo siempre, nunca con mala entraña. Hasta la próxima.

Oswaldo Rivasplata González.
Diario La Industria de Trujillo.