miércoles, 22 de septiembre de 2010

El fútbol de guerrillas

La FIFA propone modificar el reglamento del fútbol con el propósito de generar una confrontación abierta, de ida y vuelta, de igual a igual. Busca acción y más acción, como si se tratara de un espectáculo de carros chocones al más puro estilo de Hollywood. Eliminar los empates, por ejemplo, otorgándole la victoria a quien haya logrado más tiros de esquina a su favor.

Olvida que el secreto encanto de esta disciplina, de carácter universal, radica en que cada país, cada pueblo, cada nación, cada región lo adecúa a su idiosincrasia y a sus posibilidades físicas. El fútbol no tiene el determinismo jerárquico del básquet, del vóley, la natación o el atletismo, donde predominan biotipos específicos en cada uno de ellos. Si la sociedad, por casualidad, no los produce en abundancia, pues queda descartada de su práctica en las contiendas de alta competencia.

La FIFA recoge un sentimiento más estadounidense que europeo para llevar a la práctica estas modificaciones: busca colocar en cada equipo un uniforme único en el afán de que se enfrenten selecciones o sociedades exactamente dotadas, capaces de resistir los mismos rigores y exigencias. Hasta la fecha, el fútbol ha permitido que los cuadros más disminuidos se agrupen atrás y salgan, eventualmente, en contragolpe, que esquiven la evidente superioridad del adversario gracias a técnicas y estrategias que les permita resistir e, incluso, revertir el ataque demoledor del rival.
Estados Unidos anhela que los rebeldes afganos e iraquíes combatan de igual a igual, cara a cara, uniformados. Les incomoda la confrontación desigual, agazapada, paciente, que se recuesta en las fuerzas de su propia sociedad. Desea que salga de la foresta tal como lo hizo Chile frente a España, resuelto, desinhibido, para terminar derrotado. Detesta la estrategia calculadora de Italia o la defensiva de Paraguay. Olvida que otro encanto del fútbol radica en la lógica del enfrentamiento entre David y Goliat, entre el fuerte y el débil, y permite que se desplieguen diversos planteamientos.

Estas modificaciones pretenden pasar por alto la enigmática noción del empate, aquella que alude al justo medio, al equilibrio de las fuerzas, que puede llevar al triunfo, incluso al más débil, gracias a la posterior ruleta de los penales. El fútbol gusta por su parecido con la vida: no todo tiene lógica, existe el azar, la suerte, la equivocación e incluso puedes ganar, por ejemplo, sin colocar costosas pancartas en la campaña municipal de Lima.

Abelardo Sánchez. Diario El Comercio.

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