viernes, 10 de septiembre de 2010

Perfil bajo, juego alto

La nueva Argentina sin Maradona


Recibir en casa al flamante campeón del mundo no es un suceso cotidiano. Uno prepara el mejor plato, arregla hasta el mínimo detalle en el living, el comedor, compra un par de botellas de buen vino, luce sus mejores ropas. Eso hicimos todos. Hasta se aplaudió respetuosa y admirativamente a la selección española y se dedicó una modesta ovación para Iniesta y Xavi, dos intérpretes del fútbol que más le gusta a la gente: el del virtuosismo con la pelota.

Tanto agasajo, además, se justificaba porque este inusual cotejo pareció más una deferencia de la federación española hacia el fútbol argentino que una necesidad del técnico Vicente del Bosque de aprovechar la fecha FIFA. España venía de disputar cuatro días antes un cotejo por la eliminatoria de la Eurocopa. No lo necesitaba. Y menos venir a exponerse ante un rival que, por jugadores, siempre puede ser peligroso.

El 4-1 final no refleja mucho. También pudo ser 4 a 4, ya que España pegó 3 tiros en los palos. Quedó la sensación de que Argentina tomó más en serio el partido que España, o le urgía más un triunfo. Aunque a nadie le agrada que le encajen 4 goles. Y menos si está virtualmente estrenando su condición de campeón del mundo. El rutilante amistoso, no obstante, dejó un cúmulo de sensaciones, sobre todo del lado argentino, que se dio un baño de autoestima.

En el minuto 65, después de algunas de sus jugadas habituales, Lionel Messi recibió, por fin, la bendición del público de su país. Por primera vez brotó un canto de amor: “Olé, olé, olé oleeeeé… Me-ssi, Me-ssi…”. Para esto, la ‘Pulga’ ya había marcado, a los 4 minutos, un gol de su especialidad, entrada rauda frente al arquero y toque suave por elevación. Luego hizo una apilada monumental que terminó en golazo de Di María, el cual estaba 7 centímetros adelantado y por eso la maniobra más brillante de la tarde fue anulada por fuera de juego. Es el tipo de jugadas que nos hacen preguntar: ¿Para qué sirve el ‘off side’? ¿Qué función cumple? ¿Cuál es el dolo de Di María como para que se lo sancione invalidando una acción extraordinaria, de las que no vemos casi nunca en el fútbol actual? Estamos convencidos de que el ‘off side’, hoy, es una soberana estupidez.

Messi estuvo rodeado, esta vez (como en Barcelona), por un equipo que intentó su mismo fútbol, que se le ofreció para tocar, que no lo dejó solo. Y que saltó al campo con una idea. La sola presencia de Gabriel Milito es un mensaje que cualquier futbolista sabe captar; significa: “Nada de revolear la pelota, acá hay que jugar fútbol”.

Por insondables razones humanas, el mejor jugador del mundo, un chico educado, humilde y respetuoso, genera anticuerpos. El último dice que es jugador de club, no de selección. Está en proceso de derribar también esa valla. Aunque seguro le inventarán otras. Sergio Batista, instalado con el cartel de interino, está pagando en cuotas el traje de técnico fijo. Es del tipo Messi: normal, tranquilo, mesurado. Expuso sobre el campo su sencilla idea del juego: alineó a Cambiasso, Zanetti, Gaby Milito, Banega, Tevez, Messi, D’Alessandro… Es decir, jugadores técnicos, con un marcado acento de toque, de bola al ras. El estilo que más siente el futbolista argentino. Se sabe que además hay que marcar, correr, presionar, preparar jugadas, entrenar mucho. Y si además nos hacemos fuertes con la posesión de la pelota, mejor.

Además, con estos jugadores, Batista no necesita ser el inventor de la bomba de neutrones. Con no impedir que jueguen, suficiente. Debe cultivar el mismo pensamiento que animó a Del Bosque en el Mundial: “Después de lo que habían hecho la España de Aragonés en la Eurocopa y el Barcelona de Guardiola en las distintas copas, mi situación era bastante compleja: debía tratar de no romper todo lo que estaba construido. Y ese fue mi objetivo”. Sensato.

Uno se pregunta hasta dónde pudo haber llegado Argentina en el Mundial sin Maradona. En todo caso, ya no está y nadie se acordó de él. Argentina empieza un proceso diametralmente opuesto al anterior: quiere hablar en la cancha, con perfil bajo y juego alto. Sin odios, rencores ni exabruptos.

Jorge Barraza. Conmebol.

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