sábado, 24 de julio de 2010

La oportunidad de Chivas



BUENOS AIRES -- En verdad, queridos lectores, a los auténticos futboleros, a todos aquellos que amamos el fútbol más allá de todo, el mundial nos importa poco y nada. Es una briznita de hierba en nuestra huracanada pasión pelotera. Por ejemplo, para ser sinceros, no me importa nada Ghana, ni España, ni Holanda. ¿A quién les importan esas selecciones desteñidas, sin pathos, sin logos, sin criollismo, ni tragedia? Juegan al fútbol como si fueran a dar un parcial en la universidad..

Esta mañana, un amigo fanático de San Lorenzo de Almagro, me lo dijo bien clarito, sin pelos en la lengua: "me importa más saber si Ramón tendrá en cuenta a Botinelli que otra cosa. El Mundial es una farsa, no tiene nada que ver con el fútbol, es como el Showboll, un espectáculo para que la familia se siente alguna vez a ver fútbol, pero nada más. En el fondo, todos sabemos que el fútbol no tiene nada que ver con la familia..."
A un hincha de ley, le importa más que arregle Riquelme antes de que Diego continúe en la selección. Me lo dijo un hincha en las puertas de la cancha de Boca: "¡Por mí, que Diego se quede en Venezuela por 50 años, acá el único que importa es Román". Tajante en su sinceridad, el amigo boquense.
Por eso, queridos lectores, el torneo más importante del mundo no es el Mundial, sino la Copa Libertadores de América. Las palabras de los hinchas alcanzan y sobran. Prefiero cien mil veces levantar la Copa Libertadores en Brasil o en México que levantar la Copa del Mundo en un país sin tradición futbolera y con Joseph Blatter dándote una palmada en la nuca.

Un Mundial se juega cada cuatro años y siempre ganan los peores. En cambio, una Copa Libertadores tarda seis meses en jugarse y la ganan los mejores, sí o sí. Además tiene toda una mística que los mundiales no tienen. Por estos días, es el turno de Internacional y San Pablo, el primer choque por semifinales. Dos grandes equipos, cualquiera de los dos puede jugar la final de la Copa Libertadores. Mi corazón, está del lado del San Pablo, aunque es cierto que en Inter juegan muchos argentinos de gran calidad. Jugadores argentinos que le dieron prestigio al Internacional de Porto Alegre. ¿Debería inclinarme por el Inter? No lo creo necesario.

Sin embargo, el gran duelo a mi entender, es entre la Universidad de Chile y los mexicanos de las Chivas de Guadalajara. Las Chivas, no voy a descubrirlo yo, tienen un equipazo, quizás el mejor del torneo. No quiero ser resultista, pero para ser el mejor tienen que ganarle a Universidad de Chile y jugar una final importante e internacional por primera vez en su historia moderna.
Las Chivas tienen con qué, pero tendrán enfrente a un gran rival. Sin embargo, soy de la idea de que los equipos mexicanos en general son enemigos de sí mismos. Tienen que entender que pueden ganarle a cualquiera. Pero no entienden. Son carentes de una psicología ganadora que, desgraciadamente, por el momento no existe en el fútbol azteca.

Chivas es un caso especial. Un equipo de México que juega realmente muy bien. En mi humilde entender, es superior a todos, pero repito, con eso no alcanza. En estos días arranca la Liga de México con 36 argentinos adentro de la cancha y en la gran mayoría titulares indiscutidos. Hay tantos argentinos que parece una sucursal de nuestro querido fútbol.

No me tiemblan las canillas al afirmar, más allá de los habituales insultos, que los cracks argentinos en México cumplen una misión decisiva para darle excelencia al fútbol azteca. De otro no se entendería por qué razón contratan tantos jugadores de estas pampas.

¡Cómo no aprender con monstruos de nivel de Daniel Montenegro, Santiago Solari, Alfredo Moreno (para un crack absoluto); Cristian Jiménez, Ludueña! Es hora de que el fútbol mexicano de un salto cualitativo. Por eso es fundamental lo que puedan hacer en estos días las Chivas de Guadalajara. Les deseo todos los éxitos, y que puedan ver el color de los cerezos, como decía Manzanero.

Washington Cucurto. Espndeportes.com


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