El caso de la escapada panameña, protagonizada en octubre por tres integrantes de la selección de fútbol, volvió a la discusión pública, pero esta vez con la otra cara de la moneda: si al descubrirse a los juergueros las voces mayoritarias reclamaban una sanción ejemplar –que, dicho sea de paso, se aplicó–, hoy surgen pedidos de perdón.
Llama la atención que en esta invocación a la clemencia algunos de los argumentos apelen más al para qué (una actitud de corte teleológico donde interesan más los fines a conseguir con el perdón, es decir, los triunfos y una posible clasificación) antes que al por qué (la razón de fondo por la cual debería otorgarse el perdón y si realmente es necesario y se merece el perdón).
Desde la primera perspectiva, lo realmente importante es ganar, garantizar los goles, a cualquier costo, cercana a una ética de corte utilitarista. Lo bueno será lo útil, lo que me permite mayor satisfacción y placer (victorias deportivas), y evita el dolor y sufrimiento (eliminaciones).
Se corre el riesgo de apostar por un pragmatismo en el cual lo importante es el beneficio a obtener sin importar los medios para conseguirlo. Algo de eso hay en la actitud frente a la corrupción de algunas autoridades: “No importa que robe si hace obras”.
Lo riesgoso en medios como el nuestro es que se puede terminar banalizando el perdón hasta reducirlo a la permisividad y la indulgencia excesiva al punto de crear una actitud si no anómica próxima a ella, en la cual no interese infringir la norma porque finalmente habrá un ‘perdón’. No pago a tiempo los impuestos porque, después de todo, habrá amnistía. No entrego mi tarea porque, después de todo, el profesor dará otro plazo.
Pensemos cómo, en algunos de los paros de transportistas públicos, una de sus principales demandas es la condonación de las papeletas impuestas por claras violaciones al reglamento de tránsito. Varios casos reiterados de perdón en el deporte (‘Kukín’ Flores, ‘Machito’ Gómez, Mario Broncano) no han resuelto el problema de fondo, que son ellos mismos, y tampoco brindaron significativos réditos deportivos. Jeremy Bentham hablaba del cálculo hedónico para calcular el grado de felicidad. Preguntémonos si en el caso del fútbol peruano una cantidad de goles, al precio que sea, contribuye a resolver el problema de fondo.
Marco Méndez. Diario El Comercio.
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