Ignacio Prieto, Pedro García, Raúl Toro, Arturo Salah, Luis Marcoleta y Manuel Pellegrini fueron algunos de los técnicos chilenos que compartieron con Marcelo Bielsa. El gran reclamo del ambiente futbolero es que el DT no se comunicaba con sus pares. Y salvo algún otro que quedó fuera de la lista, los elegidos fueron pocos.
“De ahí nunca más lo vi ¿Sigue en Chile?”, decía irónico uno de los entrenadores citados que, como la mayoría, tuvo solo un par de encuentros con el rosarino en su paso por la Roja. Donde sí Bielsa tuvo tiempo, espacio y ganas, fue para charlar y hasta hacer amistad con personas comunes y silvestres, gente de la calle o trabajadores generalmente sindicados como de la base piramidal. Que su mejor amigo es Gabriel Aravena, junior y árbitro amateur, que charla permanentemente con una podóloga, que le dio trabajo a un repartidor de una empresa de mensajería....
Bielsa siempre se dio mejor con el ciudadano de a pie, evitó a los tipos con rango y así dialogó con gente de Calama, Salamanca, Valparaíso, Peñalolén, Curicó, Maule, Constitución, Temuco, Punta Arenas y un extenso etcétera. Bielsa trepó por Chile. Lo conoció, lo disfrutó. Abrió su computador, lanzó primicias que ya se querrían los mejores diarios del país, pero las hizo en anónimo, para gente que solo agradecía el gesto y atesoraba el momento de haber cruzado palabra con el extraño Bielsa. Huraño, serio, pero cercano y hasta querendón Bielsa.
En una de sus visitas a provincia, el DT le dijo sí a un grupo de reporteros radiales. No era para hacer una entrevista en estudio ni para grabar una nota, sino para dar una charla y conversar en privado, pese a que todo el grupo -cerca de 15 personas- trabajaban en alguna de las cinco radios de la ciudad.
Bielsa pidió antecedentes de la agrupación y lo convenció el que en sus estatutos tenían como eje “apoyar al deporte local”. Viajó cerca de 200 kilómetros en camioneta, con su asistente Pablo Quiroga, quien de manejar el notebook pasó a ser su mano derecha, tras la suspensión de Eduardo Berizzo.
En el pasillo de un añoso teatro improvisó una reunión sincera, extensa y abierta. Ahí, entre los invitados, se habían hecho la pregunta: “Y tú, ¿Qué le dirías a Bielsa?”. En medio de agradecimientos y frases fuera del fútbol, uno de los comensales lanzó: “Qué le pareció el grupo que nos tocó en el Mundial?”. Era verano de 2010 y Bielsa no había hablado públicamente del grupo de Chile, sorteado en diciembre.
Sin problemas, el trasandino se largó: “Me parece un grupo promedio. Mejor que el que le tocó a Uruguay y peor que el que le tocó a Paraguay ¿Que Suiza y Honduras son ganables y España no? En un Mundial todos los rivales crecen y se hacen complejos”, explicó el DT.
Bielsa se fue del lugar como un rock star y pese a que debía volver rápido a Santiago para seguir con los entrenamientos de la Roja, almorzó donde –dicen- ofrecen las mejores plateadas de Chile. Porción doble y tres horas más de charla con el Bielsa más normal del mundo. Al tiempo, el rosarino agarró el teléfono y no llamó ni al alcalde (que le entregó las llaves de la ciudad), ni al presidente de la agrupación. Telefoneó al chofer que lo fue a buscar y a dejar a Santiago, para saber cómo andaba la vida.
El ¿Qué decirle a Bielsa?, en un momento de relajo, no parecía complejo. Distinto al Bielsa en el trabajo. Cuenta Daniel Morón que quedó turnio de tanto ver videos. Que las labores eran extenuantes, que todo tiene su límite.
Otro asistente (que se guarda la identidad) narra que una tarde, al ingresar al casino de Juan Pinto Durán, vio a Bielsa inmóvil con una cuchara de sopa a medio camino entre el plato y su boca. Sentado solo, el plato a medio terminar y la mirada perdida, totalmente perdida. Pensó el ayudante en zamarrearlo, en llamar a los médicos o gritarle, preguntarle qué le pasaba. Prefirió seguir cabeza gacha. Era Bielsa, el que en medio de cualquier actividad pensaba en cómo el Chupete Suazo podía generarse más espacios para marcar un gol.
¿Qué preguntarle (o gritarle) a Bielsa hoy? Ustedes dirán. Por lo pronto el DT proyecta, para después del partido ante Uruguay, un encuentro con un escritor chileno y tal vez vaya a compartir con los niños de una escuela rural. A fin de cuentas, ir donde al tipo de verdad le gusta estar.
Leonardo Salazar. Diario El Mercurio de Chile.
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