sábado, 7 de agosto de 2010

Al estilo Karpol


Natalia Málaga fue protagonista de aquella final histórica en Seúl 88. Ella, como ninguna otra persona, vio –y sufrió después– los gritos de un encolerizado entrenador ruso Nikolai Karpol. Gracia a sus gritos y amenazas de mandar a sus dirigidas a Siberia si no ganaban, las jugadoras soviéticas terminaron dándole vuelta al marcador. Ahora, ‘Doña Bárbara’ adopta el mismo estilo, aquel que guapea y carajea a sus chicas.

Ella es así. “A mí nadie me va a cambiar”. Es brava hasta cuando se encuentra con su sombra en la playa. Natalia Málaga es una limeñísima de corazón, que va derramando lisura, mientras a su paso dejaba aromas de mixtura que en el pecho llevaba.
Lo fue desde cuando anduvo de asistente de campo. Allí, cuando en el ‘boom’ –ese micrófono grande que se ‘cuela’ entre las chicas cuando el entrenador está dándoles indicaciones– se mandó más de un carajo que sonó bravo. La prensa la rebautizó de Naty a ‘Doña Bárbara’… no solo por lo ‘bárbara’ que era sino porque justo coincidió con una novela, de ese nombre, que emitía Frecuencia Latina y cuya protagonista era una mujer de carácter sumamente fuerte.

Hoy ya no es más segunda. Es la entrenadora de la selección juvenil cuyo primer gran reto será disputar el torneo de vóley de los Primeros Juegos Olímpicos de la Juventud, donde son candidatas a la medalla de oro.
Qué te pasa, carajo. Pégale duro a la pelota, o acaso crees que es un peluche?”
"Juega bien, desahuévate".  “Sacas y corres a la cancha, o necesitas tu cartera de Barbie para irte de paseo?” “Tu cuida tu diagonal… que ella sea la que falle. Que se la coma”. Son algunas de las frases que a viva voz lanzó Natalia en estos días, cuando la selección disputó la Copa Gloria en un abarrotado coliseo Miguel Grau del Callao.
Es un estilo. Algunos dirán que ella no puede ser así; otros simplemente se ‘matarán’ de la risa y; habrá también aquellos que asienten y digan que ya era hora que la disciplina y un par de carajeadas ayuden a darle una cuota extra de coraje a la que es la generación de la esperanza. Hablaba con Talía, mi esposa, y me decía –con razón– que es un arma de doble filo porque ¿qué pasaría en una final o en un set decisivo, cuando ya las palabras fuertes no son suficientes para levantar el ánimo del equipo?

Casi de inmediato me vino, como en las películas, un “flashback”. Regresé a setiembre de 1988. Había terminado mis prácticas en El Comercio y Perú estaba con toda su artillería disputando el torneo de vóley de los Juegos Olímpicos de Seúl. Recordé que le ganamos a Brasil 3-0, a China 3-2, a Estados Unidos 3-2 y a Japón 3-2 en semifinales. El 29 de setiembre fue la final ante la URSS de Irina Smirnova y Valentina Ogienko (la de la vincha). En el tercer set, tras haber ganado los dos primeros, Perú estaba arriba 12-6. Los sets, por aquellos días, se definían en 15 puntos, no en 21. Fue cuando Karpol comenzó a gritar como un desaforado. Gritaba tanto que hasta babeaba.

Pero generó una reacción en sus jugadoras. Recuperaron terreno y nos terminaron ganando 17-15. Perú no pudo recuperarse y terminó perdiendo el partido. Esta selección viaja el 8 de agosto a Singapur. Enfrentará a la selección local y a Japón. De ganar al menos un partido pasará a semifinales. Yo sí creo que la medalla está al alcance de la mano. Natalia nos hace acordar a Karpol. Y bueno, si sus gritos sirven para que Perú gane una nueva medalla olímpica… vamos, que siga gritando. "Y si no le gusta mi estilo.... entonces que cambien de canal" (dixit Natalia Málaga)

TIEMPO EXTRA
Encontré una imagen buenísima de Karpol en Atenas 2004, cuando le grita a una de sus jugadoras. La cambia, la sienta en el banco y la sigue gritoneando. ¿Qué significa CCCP? Alguna vez le escuché decir a Pocho Rospigliosi: "Cu + cu-rru + cucu + Paloma"... buenísimo.

Patrick Espejo. Diario El Comercio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario