domingo, 8 de agosto de 2010

Final atípica


BUENOS AIRES -- La Copa Libertadores tendrá este año una final atípica. Estará Internacional, un equipo brasileño pero no de los protagonistas históricos, y también Chivas, el segundo mexicano en llegar a una definición.
Inter viene, en los últimos años, codeándose con los grandes: fue campeón de la Libertadores en 2006 y de la Copa Sudamericana en 2008. Por su parte, Chivas también tiene la oportunidad de confirmar que los mexicanos están para grandes cosas y, de una vez, conseguir un título con el que hace tiempo vienen coqueteando pero que hasta ahora les fue esquivo. Los dos fueron justos ganadores de sus series pero tampoco les sobró demasiado a lo largo de sus campañas. veamos cómo llegaron hasta acá antes de analizar qué puede pasar en la definición.

CHIVAS, A PESAR DE LOS PRONÓSTICOS
Las cosas estaban dadas como para que Universidad de Chile se metiera en la final. Tenía todo a favor: definía de local, había empatado en México, había marcado un gol como visitante...

Pero no pudo ser. Y gran parte de la culpa es del mismo equipo chileno, que condicionó su planteo táctico a partir de ese gol marcado en el Azteca. Jugó pensando que el empate en cero lo clasificaba, pero eso hizo que se olvidara del arco rival y lo terminó pagando muy caro.

Así fue que las primeras cinco situaciones de gol fueron para Chivas. Para cuando Universidad de Chile reaccionó, ya estaba un gol abajo. Y entonces ni la suerte lo ayudó, ya que dos veces seguidas estrelló la pelota en el travesaño. Es que en ese momento Chivas ya había tomado control del partido. Los mexicanos sobrevivieron a la ráfaga chilena y, en el arranque del segundo tiempo, ampliaron la ventaja.

Otra vez intentó reaccionar Universidad de Chile, pero ya era demasiado tarde. Dejó escapar una oportunidad histórica y entregó un pasaje que parecía asegurado a unas Chivas que se clasificaron muy meritoriamente.

INTER, CON LO JUSTO
La previa del cruce brasileño de semifinales prometía grandes partidos: todos pensábamos que la tradición de jogo bonito iba a producir encuentros abiertos, muchísimas oportunidades de gol y la posibilidad de disfrutar de muy buen fútbol. La verdad es que, a cambio, vimos a dos equipos que trataron de anularse en vez de tratar de imponer su juego. Incluso, en el primer cruce, que ganó merecidamente el Inter 1-0, Sao Paulo recién pateó al arco en el minuto 90.

En la revancha, al Inter lo ayudó la suerte. Cuando perdía 1-0, un tiro libre de D'Alessandro mal ejecutado lo encontró Alecsandro, que desvió de taco para empatar y obligar al Sao Paulo a marcar dos goles para llegar a la final. Y ahí se vieron los defectos del Sao Paulo: por más intenciones ofensivas que tuviera, siempre le faltó punch, no tuvo la potencia necesaria como para revertir la historia.

Este mal parece afectar al fútbol brasileño en general. El segundo gol lo marcó Ricardo Oliveira, a quien recuerdo de la final que disputé con Boca frente al Santos en 2003. Con la economía brasileña en buen momento, muchos clubes están repatriando delanteros (Ronaldo y Adriano son otros dos ejemplos), pero eso es un indicador de que está costando conseguir goles en casa.

LO QUE PUEDE PASAR EN LA FINAL
Debe haber quedado claro por todo lo que escribí arriba que las semifinales no me dejaron satisfecho. Es más: hace tiempo que no veía una Copa Libertadores tan débil. Me animo a asegurar que esta edición no va a ser recordada, no se vio nada muy destacado y la interrupción que sufrió no ayudó.

Ese corte abrupto en el medio forma parte de la desorganización que existe en el fútbol sudamericano. En Europa, partir el torneo al medio es algo inimaginable, pero en nuestro continente ya casi como que estamos acostumbrados. Yo lo viví como técnico cuando fuimos campeones con Vélez en 1994, cuando tuvimos que jugar seis partidos después del parate mundialista. A nosotros nos favoreció, porque tuvimos la ventaja de poder conservar el plantel. Pero no es la manera más prolija de llevar adelante una competencia.

Ahora, y ya pasando estrictamente a la final, hay una ventaja relacionada con que la Copa este año finalice en agosto: los mexicanos, en este caso Chivas, le darán una prioridad que no suelen asignarle cuando termina en junio. ¿El motivo? Esta vez las etapas finales no se superponen con la Liguilla de aquel país.
Hace tiempo que vengo diciendo que los mexicanos pueden ganar la Libertadores. Esta vez, además, le van a dar máxima prioridad, ya que el torneo en México recién comienza. Sería más significativo todavía que sea Chivas quien la gane, ya que se mantiene fiel a su política de "sólo mexicanos" en el equipo.

Además, no creo que a Chivas le pese definir de visitante. Lo probaron en las semifinales, jugando igual de abiertos que cuando lo hacen en casa. Lo sufrí en carne propia en 2001, cuando Cruz Azul nos ganó en La Bombonera (y muy merecidamente), luego de que Boca hubiera vencido 1-0 en México.

Sin embargo, creo que el Inter llega con un leve favoritismo. Por tradición el fútbol brasileño es más fuerte, y además creo que lo favorece la manera de plantear el partido de Chivas. El golpe a golpe presenta un riesgo muy alto, y contra equipos de Brasil puede hasta llegar a ser suicida.

Pero mejor no hagamos más especulaciones. Esperemos a que empiece la final, que como siempre digo, esto es fútbol, son 11 contra 11 y antes de que ruede la pelota, los dos tienen las mismas chances.
Felicidades.

Carlos Bianchi. Espndeportes.com

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